domingo, 31 de julio de 2016

Basta con el encuentro



En todas las situaciones por las que pasemos lo principal es el encuentro con los demás, la calidad de ese encuentro.
Se trata de experimentar un encuentro sin doblez, sincero, cara a cara o corazón a corazón. Esto quiere decir tratar a cada persona con todo el afecto de que somos capaces. Sea un desconocido que saludamos un momento, o cualquier persona con la que convivimos durante más tiempo.
A veces al asistir a charlas, convivencias o grupos diversos he experimentado que lo principal es la calidez en el reencuentro con los otros. Si después de un tiempo nos volvemos a ver de un modo frío o distante, no hemos llegado a nada en las relaciones, pero si nuestro saludo es de sincera alegría, nos sentimos bien y vemos que merece la pena estar aquí en esta vida. Basta con el encuentro.
Y después de ese encuentro afectuoso, no dar puñaladas por la espalda o poner “verde” a quien acabamos de abrazar. Evidentemente.
Todo esto requiere un aprendizaje de limpieza en el trato y de honradez dentro de nosotros mismos, que es donde todas las conductas se originan. Ese espacio es el que tenemos que tener vigilado, para poner en marcha en todo momento la revolución interior del amor.
Creo que las palabras de John Wesley nos sirven para reforzar lo dicho:
“Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los sitios que puedas, a todas las horas que puedas, a toda la gente que puedas, durante todo el tiempo que puedas.”
No olvidemos que el encuentro con otros siempre es el encuentro con el Otro.

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