domingo, 2 de agosto de 2015

La parte más interior



Cuánta armonía alrededor, cuánta perfección en cada célula, en cada instante. La naturaleza en la que estamos y que somos no deja de sorprendernos con su sabiduría. No le damos importancia a la armonía de la naturaleza, a que la copa del árbol quiera ser redondeada, a que las aves siempre sepan adónde tienen que ir, a que los bebés nos regalen su sonrisa y que los amaneceres se sucedan. Tenemos puesto el piloto automático y ya no nos sorprende nada.
Lo que nos caracteriza es, precisamente, la capacidad de sorprendernos y emocionarnos con lo que tenemos a nuestro alcance, lo pequeño.
La belleza no hace ruido, es silenciosa y apacible, bondadosa y feliz en sí misma. Está para que la contemplemos y saboreemos. En cambio el caos hace mucho ruido, hiere los sentidos y distorsiona la realidad.
En nuestra mano está sembrar lo bello y pacífico o lo contrario, fomentar lo artificial y superfluo.
La sorpresa de cada día es importante disfrutarla, da igual que llueva o haga sol, todo hace falta. Aceptar todos los momentos tal como vienen. Unirnos en silencio emocionado con todo, y tomar consciencia de que estamos al servicio de Alguien y todo sucede por Algo.
Prestemos atención a nuestra vida, a la calidad de nuestros días, dialoguemos con sinceridad con nosotros mismos, si no nos ayudamos a nosotros no podemos ayudar a nadie. Como dice de un modo humorístico Fidel Delgado: “Llámate por teléfono”. Pregúntate cómo estás y si te hace falta algo.
Se trata de iniciar un diálogo interior que nos viene muy bien para conectar con esa parte espiritual que tenemos tan escondida y olvidada. El resultado de este proceso es una intensificación de lo que vivimos. No cambian nuestras circunstancias pero las enfocamos de modo distinto, con lo que podemos alcanzar una paz duradera.

No hay comentarios:

El tablero de la vida

  En lo más cotidiano jugamos nuestra partida, nos alegramos y nos cansamos, planeamos y nos desanimamos, hacemos nuestras jugadas más brill...