domingo, 7 de junio de 2015

Experiencia de fraternidad


Evangelii Gaudium, nº 87: “Tenemos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación. Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien.”

Tenemos el encargo de sentirnos familia y apoyarnos unos a otros. No vale decir que no es eso precisamente lo que vemos en el mundo, que para la mayoría no ha llegado este encargo de ayuda y solidaridad. Eso no es excusa para que nosotros no nos pongamos en camino. Cada uno tiene su momento, su proceso, y siente la llamada a su tiempo.

Busquemos esa fuerza, ese impulso que siempre está llegando a nuestras orillas, esas ganas, esa sed. Se nos han puesto ahí para algo. Es un regalo sentir esa inquietud continua que nos pone en búsqueda, en alerta para estar atentos y agrandar la conciencia sobre todo lo que nos sucede. Para que no seamos autómatas robotizados sino seres libres.

Nuestra propia realización pasa por cómo estamos con los que nos rodean, nuestra actitud de servicio y entrega: estar entrelazados con los demás, con sus alegrías y fracasos, formar esa “caravana solidaria” de la que habla el Papa.

Nunca vamos en solitario por la vida. Seamos más o menos sociables o huraños, no somos seres aislados. Las relaciones que hemos tenido desde el nacimiento dan forma a nuestra manera de ser y de actuar.

Todos tenemos sitio en la mesa divina, todos cabemos con los defectos y manías que tenemos, con los diferentes yos que desempeñamos.

Dice Pablo: “mientras iba de camino, me envolvió una fuerte luz del cielo y caí al suelo” (Hechos 22, 9). Es otra manera de decir lo que nos pasa a nosotros a lo largo de la vida, “mientras iba de camino”. A nosotros que estamos en oscuridad, nos envuelve una luz, la de la conciencia. “Caemos al suelo” quiere decir que nos bajamos de nuestro endiosamiento y entramos en la humildad.

Mientras vamos de camino sucede nuestra historia sagrada particular. No seamos jueces rigurosos con nuestros hermanos, ayudemos a los demás en su andadura, que es diferente de la nuestra pero conduce al mismo puerto.

Practiquemos fraternidad.

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