miércoles, 15 de abril de 2015

Seguir creciendo



Saramago: “Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma pero con el interés de seguir creciendo”.
Esa edad es la que voy teniendo, porque cada vez más me atrae la calma, y además tengo un gran interés en crecer hacia adentro, ahora que ya no crezco hacia arriba.
Está claro que no se puede generalizar porque hay gente que tiene ese interés desde pequeño, pero es cierto que cuando pasamos de una edad mediana se dan las circunstancias propicias para querer saborear la vida momento a momento, que es lo mismo que crecer.
Es la edad de estrenar tu soledad, incluso física, los hijos se van, o se han ido, a formar su hogar. También es la hora de recuperar a tus muertos, esas personas tan queridas que ya han partido. De hablar con ellos y declararles tu amor.
Es una soledad, en mi caso, muy llena, porque cuanto más sola estoy más en compañía del misterio me siento. Mejor con mayúsculas: El Misterio.
Ese acompañamiento me da una fuerza increíble y un gozo particular. Es como una sorpresa reservada para esta etapa de la vida.
Estreno una nueva sabiduría, junto a una humildad extrema, porque todo lo recibo, no depende de mí. Soy un cauce, “un embudo por donde el viento sopla”. Por lo demás soy una ignorante total: nada sé.
Leo, más bien devoro, información para mi propia formación porque es un tema que me apasiona el de entrar en mi castillo interior y ver qué hay.
No me preocupa mucho equivocarme de caminos porque no creo que haya nunca equivocaciones. Sigo la senda que marca mi corazón y realmente veo que mis deseos más íntimos se van cumpliendo.
Inicio experiencias que no sé dónde me llevarán pero siempre, siempre, confío. Sé que no voy sola por la vida, El-Que-Es se ocupa de mí, estoy tranquila.
He aprendido a seguir las indicaciones que me dan, los consejos que me llegan a través de amigos porque a estas alturas ya he comprobado que vienen de parte de Alguien.
También bendigo todas “las casualidades” que a lo largo de los años me han llevado hasta mi momento actual. Ahí incluyo la familia en la que nací, y la que yo he formado con mi pareja, mi marido, mi compañero que ya murió pero eso no significa que no esté porque vive en mí.
La experiencia de la prolongación de la vida, con los hijos y los nietos, es un maravilloso regalo.
Como dice Saramago, mi interés se centra en seguir creciendo, y para ello solo tengo que vivir aquí y con lo que tengo, con asombro, fascinación y agradecimiento.

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