miércoles, 22 de abril de 2015

Id a Galilea



“Id a Galilea, allí lo veréis” (Mc 16, 7)
Nos interesa saber qué representa exactamente Galilea.
Las mujeres van a buscar a Jesús donde están los muertos pero allí les dicen que no está, que lo busquen en otro sitio. Este lugar también es para nosotros un símbolo.
Los dos lugares, el de la muerte y el de la vida, están en nosotros mismos, a veces diferenciados, otras mezclados. Para explicarlos, los separamos, pero no se entiende un lugar sin el otro, igual que no se entiende la noche sin el día, o la alegría sin la tristeza.
Los dos sitios están, son, en nosotros.
El día que abracemos nuestra parte de muerte y echemos a caminar hacia la vida, ese día seremos personas completas. Porque no se puede dejar a un lado nuestra debilidad, hay que asumirla, y contar con ella para todo. Esta debilidad es tanto egoísmo, como adversidad, deterioro físico o enfermedad. Pero en medio de todo esto hay una semilla de perfección, bondad y belleza que es la que hace la vida única y enormemente atractiva.
A veces prevalece la muerte o la niebla, a veces la luz y la vida. Sin embargo, somos todo eso junto. Nuestra definición podría ser: amalgama de luces y sombras.
Nuestra tabla de salvación es la confianza en que no estamos solos en ese batiburrillo, que hay Alguien que tiene las cosas claras y en él tenemos que dejar nuestras preocupaciones y desvelos. No acumular angustias ni temores que nos impiden disfrutar de este ratito de vida que tenemos.
Solamente la confianza nos quita el miedo. Por eso Jesús nos repitió incansablemente: no temáis, solo confiad.
Gracias a que en nosotros existe esa Galilea celestial tenemos un lugar seguro de protección y amparo en el que Alguien nos espera porque previamente nos ha llamado. Él se nos ha adelantado para marcarnos el camino.
“Iba yo a ponerme en camino
cuando ya venías tú hacia mí.
Deseaba buscarte,
y vi que ya estabas tú en mi búsqueda.
Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.
Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mí.”
Mi interior habitado es mi lugar de encuentro, donde cada nuevo día inicio un diálogo que me cambia la vida. Es mi Galilea.

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