miércoles, 17 de julio de 2013

Mi oración emocionada


Necesito la presencia de mi oración emocionada, hablar con quien me ha llamado y me sostiene en la vida, ese diálogo íntimo es el cimiento esencial sobre el que se construye mi jornada. Y sin ese diálogo soy una autómata porque no saboreo plenamente el estar viva.

Todos los días aprendo y me equivoco, las angustias se mezclan con las euforias, y sigo aprendiendo, porque todo contribuye a mi formación, aún los momentos más difíciles, sobre todo estos.

Solo una cosa necesito, sentir que vivo dentro del amor infinito, que formo parte del plan de Dios, que consiste en amarme a toda hora. Mi misión es recoger ese regalo de su ternura, saborearlo en plenitud, y trasmitirlo a mis hermanos, porque el amor siempre está en movimiento, echando raíces en las entrañas de todo lo creado y haciéndose visible de mil maneras.

Y nada nos puede tapar ese amor. Muchos dirán “¿y el sufrimiento, las calamidades, las enfermedades, los problemas del mundo?”

Nada es comparable al amor de Dios en nuestros corazones, a la plenitud de la vida en su presencia. De esto saben mucho precisamente los que pasan por situaciones extremadamente difíciles y solo encuentran refugio en los brazos amorosos divinos.

Cada uno tiene un camino trazado, aunque todos los caminos son uno solo: ponerse en marcha desde la ignorancia a la sabiduría, eso sería lo que significa el término “salvarse” de los cristianos.

No podemos decir que renunciamos a nuestro caminar, vivir incluye esa andadura. Debemos ayudarnos unos a otros a hacer fácil nuestro camino, muchas veces cargando con la mochila del compañero, y suavizándole las dificultades.

La meta no es solucionar todos los problemas sino saber caminar con ellos, dándoles el papel que les corresponde en nuestra vida, quitándoles protagonismo. Como ejemplo extremo, cuenta Arthur Koestler, que estando en prisión tuvo una experiencia de la perfección divina, entró en éxtasis “hasta que me di cuenta de un ligero malestar, un detalle trivial que malograba la perfección del instante: estaba en la cárcel y podía ser fusilado de un momento a otro. Pero a esto respondió un sentimiento cuya traducción en palabras podría ser: “¿Y qué?, ¿no es más que esto? ¿No tienes una preocupación más grave?”

Nosotros somos superiores a nuestros problemas, no lo olvidemos. Ni un pelo se mueve en nuestra vida sin que lo permita Dios, o sea, que aceptemos con serenidad y también con entusiasmo lo que nos vaya viniendo, todo ha sido diseñado para nosotros.

Alegrémonos de haber sido elegidos para la vida y digamos con nuestra existencia: Amén.

No hay comentarios:

Somos paz

  La paz es un don que para salir a la luz depende de nuestra respuesta afirmativa, necesita nuestro “sí” y nuestro cuidado. Es algo que ya ...