domingo, 18 de diciembre de 2011

Como un árbol


Porque te preocupes más, no se van a solucionar los problemas antes. Abandona tus preocupaciones, no te dejan ser feliz y te dificultan la comprensión de las cosas. Seguro que en el momento que abandonas tu angustia, empiezas a contemplar con tranquilidad y ves que no está todo tan mal como pensabas y, sólo con tu visión positiva, contribuyes a que se mejore todo.

Estar serenos y tranquilos es el primer paso para todo. Estar histéricos nunca ayuda a nada, estropea todo.

Estate quieto, como un árbol a la orilla del camino.

“Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de los miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo, hasta el fin, el secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Confío en que Dios está en mí. Confío en que mi tarea es sagrada. Y vivo de esta confianza.

Cuando estamos tristes y apenas podemos soportar la vida, un árbol puede hablarnos así: ¡estate quieto! ¡estate quieto! ¡contémplame! Estás triste porque tu camino te aparta de la madre y de la patria. Pero cada paso y cada día te acerca más a la madre. La patria no está aquí ni allí. La patria está en tu interior, o en ninguna parte.” (Hermann Hesse)

No abarques más de lo que puedes porque la sobrecarga hará que andes mal todo el día. Y si es imposible evitar la sobrecarga, al menos busca un rato o algunos ratos, cada día, para aquietarte y poner sentido a lo que haces. Respira, y siente cómo entra y sale el aire, camina sobre la tierra y, en todos tus asuntos, procura ser consciente de tus pasos y del misterio que transportas en tu persona.

No somos árboles pero nos parecemos mucho, tenemos raíces a lo ancho, a lo hondo y a lo alto, que nos hacen llegar nuestro alimento y nos entrelazan con nuestros hermanos y con nuestro universo. Ocupamos un lugar, en un camino. Y desde ahí se nos ha dado la posibilidad de contemplar.

Igual que el árbol, transportamos una semilla de confianza, y recibimos el Agua, la Luz, y todo cuanto necesitamos, a su tiempo. Todo a su tiempo.

Y la fuerza siempre nos brota de dentro, porque “está en tu interior, o en ninguna parte.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanta belleza hay en tus palabras, cuanta verdad y luz.

Gracias una vez más mamá, gracias por ser gran parte de esas raíces que me acompañan y me acompañarán siempre a donde vaya. Qué hermosas y sabias raíces tengo, cuanto me tengo que nutrir de ellas, que afortunada soy.

Te quiero.

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