domingo, 4 de julio de 2010

Cocinar


La teoría me la sé.
Sé que el Amor me ama, y que en cualquier situación de mi vida tengo que confiar plenamente en que todo está bien, en que no hay caminos equivocados, no hay errores o mal destino.
Sé que vivo permanentemente acompañada y protegida y que no se mueve ni uno solo de mis cabellos sin consentimiento del Ser.
Mi cabeza, mi intelecto, tiene las cosas más o menos claras.
Pero ¿y en la práctica? ¿y la realidad? ¿y las vivencias que van unidas a esa confianza?

Cuando surge cualquier problema, mis alarmas se disparan, el corazón se me encoge, tengo miedo, ¿cómo podré resolverlo? La confianza en ese momento brilla por su ausencia. ¿Y si tomo la decisión equivocada? ¿Y si perjudico a mis seres queridos? ¿Y si…?

Como decía el otro día Montserrat del Pozo, en un programa sobre educación, la receta la sabemos, lo que falta es cuinar (cocinar).

Hay que cocinar, en la práctica, utilizando los ingredientes a nuestro alcance, acertando o equivocándonos en las medidas, para al día siguiente rectificar errores y seguir cocinando.
Y hay que hacer balance de cómo nos ha salido el guiso cada día.

“Es difícil recordar que Dios está con nosotros en todo momento. Podemos sentirnos cerca de él cuando meditamos o en medio de la naturaleza. Sin embargo, a menudo perdemos ese sentido de cercanía en nuestra vida cotidiana” (Joann Nesser).
Si nos aislamos o nos quedamos en nuestra sosegada meditación, o en nuestro equilibrado retiro, si no batallamos cara a cara con las circunstancias que en cada momento se nos plantean, entonces nos falta lo esencial: Aplicar en la práctica lo que en teoría dominamos a la perfección.

La receta dice claramente que la paz y la alegría interior son el ingrediente esencial en todas las comidas.
¿Estamos agresivos? ¿Nos sentimos desgraciados muy a menudo? ¡Algo nos ha fallado! Algún ingrediente hay que revisar o cambiar.
¡Nunca es tarde!
Cada día comienza de nuevo el mundo, para todos. El que se había equivocado puede poner soluciones. Y también que el que creía que estaba en lo cierto, se puede equivocar.

Por eso, apostemos por la confianza, disfrutemos cocinando y dejemos nuestras preocupaciones en manos del que ha trazado nuestro camino y nos ama.

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