“Sobre ti amanecerá el Señor” Is 60, 1
Hay frases que me sacan de mis esquemas, me alborotan los caminos, me dejan el corazón temblando y me llevan de la mano directamente a la Fuente.
Algunas frases me golpean
y me abren mundos,
me despiertan planetas
que están dormidos,
me enderezan galaxias a la deriva,
me dejan los ojos asombrados,
se endulza el aire que respiro,
mi pesado corazón
se mueve de su sitio.
Con este amanecer, me imagino un sol mágico que se levanta por la mañana y da calor a la tierra, y nos inunda sin pedirnos permiso, como una ración diaria de corrientes bienhechoras que vienen en nuestra ayuda, como unos rayos invisibles a nuestros ojos de barro pero más reales que nosotros mismos.
En el amanecer del Señor, con cada latido de mi corazón, nace mi nuevo día.
¿Quién es capaz de acompañar al sol con la mirada y con el amor?: ¡Sólo yo!
Sólo las personas tenemos el privilegio de acompañar a la creación y disfrutar de ella.
Cuando me amanezca Dios quisiera estar presente, enterarme, ver, aunque sólo sea a través de un pequeño agujerito, todo lo que ocurre. Y después, salir corriendo a contárselo a otros, a contagiar el amor que me posee.
Porque el amor nunca está estancado, se transmite por contagio.
Hay frases que me sacan de mis esquemas, me alborotan los caminos, me dejan el corazón temblando y me llevan de la mano directamente a la Fuente.
Algunas frases me golpean
y me abren mundos,
me despiertan planetas
que están dormidos,
me enderezan galaxias a la deriva,
me dejan los ojos asombrados,
se endulza el aire que respiro,
mi pesado corazón
se mueve de su sitio.
Con este amanecer, me imagino un sol mágico que se levanta por la mañana y da calor a la tierra, y nos inunda sin pedirnos permiso, como una ración diaria de corrientes bienhechoras que vienen en nuestra ayuda, como unos rayos invisibles a nuestros ojos de barro pero más reales que nosotros mismos.
En el amanecer del Señor, con cada latido de mi corazón, nace mi nuevo día.
¿Quién es capaz de acompañar al sol con la mirada y con el amor?: ¡Sólo yo!
Sólo las personas tenemos el privilegio de acompañar a la creación y disfrutar de ella.
Cuando me amanezca Dios quisiera estar presente, enterarme, ver, aunque sólo sea a través de un pequeño agujerito, todo lo que ocurre. Y después, salir corriendo a contárselo a otros, a contagiar el amor que me posee.
Porque el amor nunca está estancado, se transmite por contagio.
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