Señales de eternidad

 

Para aproximarme al sacramento del momento presente necesito bajar y entrar en cada detalle, descubrir que todo es señal de eternidad y celebrar en lo concreto la presencia que habita nuestro mundo.

De cada cosa me llegan mensajes, todo son indicaciones. Son como recordatorios puestos para mí, en los que escucho: “Estoy aquí”. Esas señales son parte esencial en mi mundo y de un modo natural me llevan a otra realidad.

También yo soy señal y símbolo de lo que me trasciende. Me gusta la imagen de ser un tubo vacío, un canal, por el que discurre algo extraordinario, algo a lo que siempre se le quiere poner nombre, para alumbrarlo en la conciencia. El espíritu se visibiliza y se concreta en la materia.

Mi corazón agradecido me lleva a ver en todo una oportunidad de gracia y una ocasión para abrir mis ojos interiores. Ir hacia una mayor humanidad siempre se nota en los pequeños detalles. 

Aprendo a leer en los acontecimientos, a ver un universo de posibilidades siempre abierto. Si yo me dejo, todo viene en mi ayuda. Sin embargo, también puedo cerrar los ojos al milagro de la vida, sentirme sola, incapaz de oír, ver, sentir. Llegar a perder las alas.

El secreto siempre es reconectarme con este ahora sagrado en el que habito para volver a sentir las señales de la eternidad en la que existo y me muevo. Solo de esta manera me brotan de nuevo las alas para volar en altura y en profundidad. Y así poder seguir creando mi mundo.