La grandeza de la vida

 A través de cada uno de nosotros se expresa la grandeza de la vida. No tengamos complejos: “yo no sé”, “yo no puedo”, porque no depende nada de nosotros sino de la misma fuerza que nos sostiene, la que podemos atrapar en cada instante de consciencia y de atención amorosa.

En lo más pequeño está: en lo cercano, en ese encuentro, en ese grupo reducido que reflexiona, en esa dedicación a las faenas cotidianas, en esa música que escuchamos, en esas frases que nos emocionan, en nuestras propias ganas.

Nada es accesorio o intrascendente. Cada segundo tiene la importancia de los grandes momentos, de las celebraciones únicas, solo tenemos que focalizar nuestra atención en ello, para acercarnos a la sabiduría que en todo se expresa.

Nuestra vida es insignificante y al mismo tiempo extraordinaria, porque a través de ella pasan todas las fuerzas de la creación, del universo, del big bang de donde hemos surgido. Tenemos la materia de las estrellas, de las galaxias. Sin embargo, tenemos mucho más poder que todas ellas porque se nos ha dado el regalo de contemplar, amar y bendecir cuanto vemos. Eso no lo tiene ningún sol, ningún otro ser sobre la tierra.

No menospreciemos cuanto por nuestras manos pasa, porque estamos hechos a imagen y semejanza del amor, es decir, somos amor. El amor nunca es pequeño ni secundario, es lo más grande que nos puede pasar. Somos ese canal, esa rendija por donde se cuela y se manifiesta la misma eternidad. 

Me inclino con total respeto y adoración ante esa luz que se expresa a través de mí y de todo cuanto existe.