La vida habla. Te lleva, te conduce, te tiende puentes necesarios, nunca se olvida de ti, de nadie, porque está a tu favor, quiere lo mejor para ti, es amiga. No importan las apariencias, las circunstancias exteriores, porque se vive por dentro.
La vida siempre insiste en bendecirte, y lo consigue, porque ella puede más, sabe más.
Tú eres una pequeña vasija donde sucede el misterio más grande, eres un minúsculo contenedor de la vida.
Lo que se recibe, se recibe según la forma del recipiente: “quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur”, dice Tomás de Aquino. Somos receptores activos, no recibimos pasivamente sino que interactuamos con la vida, nos unimos a ella, somos corresponsables. No hay que esperar a que nos pasen cosas especiales, en lo de cada día ya estamos interconectados, impregnados de la Vida, que siempre debería estar con mayúsculas.
Solo hay que abrir los ojos, salir de nuestro letargo, estar atentos, ponernos en modo escucha, es decir en modo humano, para hacer sitio al asombro y a la alegría. Ser auténticamente humanos es exactamente lo mismo que ser divinos.
La Vida es Presencia al completo. Creernos y sentir esto nos da alas, nos abre a los demás porque son continuación nuestra. No hay separaciones.
Todo tiene profundidad y anchura infinita, porque todo es Vida. Por eso siempre estamos en el sitio preciso y la circunstancia adecuada, sea favorable o no. Todo está en su sitio y no necesitamos nada más.
Tenemos tendencia a dejar para luego el ser felices, porque parece que siempre falta algo. Sin embargo, si no es ahora, cuándo.
3 comentarios:
Maravillosa reflexión, la vida sucede mientras nosotros seguimos buscando sin darnos cuenta que la vida nos pregunta cada día, hacemos como que no oidmos y seguimos hipnotizadas por el ritmo frenético tansolo sería necesario parar y escuchar, nada más.
Somos pequeños recipientes de vida, y tal como enseña Sto. Tomas, se recibe según el modo del recipiente, pero tomo tu enseñanza Conchi, interactuamos con la vida y sacar lo mejor de ella depende en gran medida del recipiente, es nuestra responsabilidad, construyendo la alegria cotidianamente, con pequeñas acciones y sin esperar soberbiamente que el dolor no nos toque, porque con seguridad lo hará, sino agradeciendo el ser capaces de sentir. Gracias Conchi, bellísimo.
Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:
No hay brisa, si no alientas; monte, si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
Vivir es ese encuentro, todo es presencia y gracia
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