Cuidar mi interioridad significa ser yo misma, escuchar mi llamada interior
y responder a ella con todos mis recursos y mis órganos vitales. Lo que suceda
tras esa respuesta no puede ser lo mismo para mí que para otro.
Dentro del ADN divino que todo lo engloba están las
circunstancias personales, con esos datos tengo que vivir y gestionar los días
que me tocan. No es lo mismo nacer aquí o allá, vivir en amor o desamor, en
compañía o soledad… cada situación es única.
Sin embargo hay un Dios en todo y para todos que funciona a pleno
rendimiento, con independencia de que yo esté atenta o distraída, de que le sea
adepta o me declare en rebeldía.
Afortunadamente el Ser divino no depende de mí. Esto me da tranquilidad y
me hace decir que no soy yo la que creo en él sino que es él quien cree en mí,
me busca, me avasalla o me deja tranquila, según le parece en cada situación.
Él es la misma sabiduría, yo solo tengo que decir amén y bendecir, “decir bien”, cuanto toco. Aquí entra toda la positividad y buena intención que me son
absolutamente imprescindibles para vivir en la escucha de mi llamada particular.
No hay oración más auténtica que un corazón que acoge, perdona y busca su
verdad. Las palabras son pasajeras, ese corazón permanece. Hay oraciones que
están vacías, porque se nos quedan en los labios y no nos transforman. También
hay gente que reza y vive infiernos en vida, necesarios para que las personas
maduren y llegue a aflorar su vida más auténtica.
Tenemos que aprender a confiar en la Providencia, suceda lo que suceda en
sus manos estamos. Solo con esta confianza podemos apartar el temor o la
amargura para dedicarnos a peregrinar con gozo y saborear los gestos de ternura
que nos salen a nuestro paso.
Solo con esa confianza podremos decir: Padre.
2 comentarios:
Me ha encantado está frase:
No hay oración más auténtica que un corazón que acoge, perdona y busca su verdad.
Gracias mamá.
A mi también me ha encantado esa frase....me la guardo....un corazón que acoge,perdona y busca su verdad....me gusta😉☺
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