He participado durante este curso
que se acaba en pequeños grupos de reflexión, oración y búsqueda honrada de
vida verdadera.
Todos los días, de lunes a
viernes, tenía una cita con un grupo diferente, para abrir los ojos
conscientemente y encontrarme a mí misma, a la luz de la Palabra divina.
Esa experiencia para mí es tan
entrañable y positiva que se la recomiendo a todo el mundo. Siempre se sale de
ella enriquecido y con paz. Como dicen algunos de los participantes en los
grupos: “es algo que engancha”.
Hay multitud de ofertas de este
tipo, busquemos las que tengamos más cercanas, grupos de formación y de
oración, parroquiales o no. Son los únicos sitios para hablar de aquello que
nos mueve interiormente, para desnudarse de superficialidades y llegar a lo esencial,
a lo más íntimo, donde habita quien más nos conoce. “Tu autem intimior intimo
meo”: tú, Señor, eres lo más interior de lo más íntimo mío. (San Agustín). Alguien
está más cerca de nosotros que nosotros mismos.
No todo es idílico en los grupos
porque hay que dialogar con personas muy diferentes y con opiniones
enfrentadas. Eso es provechoso para desarrollar en uno mismo la capacidad de
apertura y de humildad, para aumentar la escucha y aceptación del otro, para no
pensar que somos los poseedores de la única razón válida. Todos los caminos son
buenos, si a uno le sirven.
Entre los participantes de los
grupos se crean lazos de afecto, son personas ante las que “te has desnudado”.
Los anhelos más íntimos, los motivos que nos mueven han quedado al descubierto
al responder a las preguntas básicas a las que los humanos nos enfrentamos:
qué, dónde, para qué, por qué. En ese sentido pueden llegar a conocernos mucho
mejor que nuestra propia familia.
Os animo a esa búsqueda en grupo.
Es otro camino más para nuestra formación y para encontrar sentido a lo que
somos.
1 comentario:
¡Cuánto te has entregado a todos estos grupos!
Te quiero mamá
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