La Vida confía en mí.
Me hace encargos, me da faenas, me
impulsa a dar testimonio, a prepararme para algo, a estudiar. No quiere que
esté ociosa.
Me da información, personas, textos,
músicas. Y me hace buscar nuevos caminos y modos de expresión atractivos para
poder compartir esa perla preciosa que está depositada en mí.
Tengo esa sensación maravillosa de que
alguien confía en mí y cuenta conmigo en esta tarea de dinamizar la tierra, de
animar los corazones, de sacar la alegría a flote.
Por eso, porque vivo intensamente la
confianza, me doy cuenta de lo importante que es confiar a muerte en los demás,
esto significa: hagan lo que hagan. Porque es bastante fácil confiar en los
amiguetes. Pero se nos pide más, se nos pide confiar en todos, en los que no
son tan afines también. Cada persona tiene dentro la misma semilla preciosa,
aunque ni ella misma se dé cuenta. Mi deber es fijar mi mirada en la bondad y
la belleza de cada ser humano.
La confianza que se ha depositado en mí
me da el impulso y las ganas para ser persona en plenitud y para contagiar a
los que están a mi alrededor. Me gusta
decir que me da alas.
Alguien confía en mí. Me ha traído a la
vida. Me ha dado un encargo: transmitir la alegría de saberse amados.
Preciosa y atractiva faena tengo entre
manos. Apasionante trabajo, que me hace levantarme con ilusión y caminar en mi
oscuridad con un farolillo siempre encendido: el de la fe que se me da.
A mí me toca anunciar esa misma
sensación de gozo, estoy llamada a ser animadora de mi entorno, comunicadora de
historias que conmueven, y transmisora de experiencias que sirven de modelo y
dan sentido a nuestro caminar.
Si pudiera inventar una palabra, diría
subrayadora de lo bueno. Cuando alguien me cuenta sus problemas, siempre
procuro hacerle subrayar las cosas buenas que también le están pasando, y por
estar centrada en los problemas, no las está viendo.
Ese es el secreto: mirar siempre lo
bueno, no apartar nuestra atención de la bondad que está en todas partes y que
viene a buscarnos de mil formas y maneras.
Los que sentimos esa confianza
depositada en nosotros, démonos las manos, formemos un círculo mágico de amor y
protección para nuestros hermanos necesitados, porque nuestra fe, y toda
nuestra energía, es para ellos. No tiene otro sentido que volcarse en los demás
y estar siempre fluyendo, para así construir la preciosa armonía de la creación.
1 comentario:
Eres como una pequeña gota, constante,
que cae,
contenta de fluir,
consciente de la grandeza de su trabajo.
Aunque pasemos de largo,
aunque ignoremos a la gota,
ella sigue ahí,
creando su charco,
gota a gota.
Aunque apartemos la vista,
ella sigue deleitándonos con su son al caer,
y creando gota a gota
la inmensidad del oceano.
TE QUIERO MAMÁ
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