Ver la vida como regalo y saborear todos
los gestos de amor hacia mi persona.
En este camino infinito en el que me muevo,
mi tiempo se ha vuelto mi aliado, mi espacio se ha ensanchado porque no solo
abarca lo que se ve sino también aquello que es invisible pero es lo esencial
en mi recorrido personal por el universo.
Junto con la vida se me regala libertad.
Soy libre para recibir el amor, en cualquier circunstancia, y también para
regalarlo. De este modo, se me concede colaborar en el proceso de la Creación,
desde mi casa. Porque yo construyo el mundo con cada respiración, con cada
intención, con cada gesto.
Como todos los seres humanos, yo también he
sido pensada para formar parte de un proyecto infinito, que engloba todo lo que
me rodea. Para ello, mis necesidades son atendidas hasta el más mínimo detalle.
Vivo a la sombra y sigo los pasos de las
grandes personas que son mi modelo: mis maestros. Y el farolillo que tengo encendido
en mi noche es la fe.
¿Cómo transmitir esta sensación de
plenitud? ¿Cómo decir al mundo que ese Ser al que solemos llamar Dios, en
ningún momento es un extraño, sino que es mi Amigo y habita en mí?
¿Cómo comunicar serenidad en un mundo
alterado y en ambientes crispados? ¿De qué manera enviar a paseo aquello que
empaña nuestros espacios más limpios?
¡Algo habrá que hacer para que triunfe la
alegría!
El primer paso: desde la radical humildad
de saber que todo se nos da, y desde el reconocimiento de nuestra debilidad,
tratarnos con cariño a nosotros mismos. Querernos y mimarnos. Porque dentro de
nosotros está el mundo, todo entero: personas, relaciones, asombro, risas y
tristezas, estrellas y noche oscura. Todo lo abarca nuestro inmenso corazón.
Cuidémoslo. Hagamos una declaración de amor hacia nosotros mismos. ¡Hay tanta
perfección en cada célula!, ¡Hay tanta profundidad en cada mirada! ¡Y tantos
momentos mágicos!
El segundo paso se da por añadidura, porque
lo que potenciamos en nosotros se vuelca en el mundo de modo natural. Por
tanto, podemos decir que nuestro principal campo de acción somos nosotros.
“Cualesquiera
que sean las circunstancias de tu entorno, este se compone de un mundo interior
y de un mundo exterior: el mundo exterior es aquel en el cual tu vida se
compromete en la acción y la interacción; el mundo que albergas en tu interior
determina tu felicidad o infelicidad”. (Yoganandas).
Abracemos nuestra vida, cuidemos nuestros
proyectos, no desesperemos en los momentos duros, dancemos nuestra danza a la luz
de nuestras estrellas, a la par de la naturaleza, y confiemos a muerte en todo
momento.
No somos un cascarón vacío, sino la casa de
Alguien. Experimentemos que:
no estamos solos
no estamos solos
¡no estamos solos!
1 comentario:
No somos un cascarón vacio. ¡No estamos solos!
Gracias por recordarnoslo.
Te quiero mamá.
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