“La
confianza en Dios puede llegar a ser inamovible solo si se está dispuesto a
aceptar todo lo que venga de la mano del Padre. Solo él sabe lo que nos
conviene. Y si alguna vez fuesen más convenientes la necesidad y la privación
que una renta segura y bien dotada, o el fracaso y la humillación mejor que el
honor y la fama, hay que estar también dispuesto a ello. Solo así se puede vivir
tranquilo.” (Edith Stein).
Aceptarlo todo, tal como viene, y con ello
construir mi propia vida, el entramado de mis relaciones vitales. Quien solo
acepta lo bueno, no vive plenamente.
Amar al Amor que es el que ha creado mis
circunstancias y me mantiene en él. No podemos en cada cambio de la suerte
cambiar nuestra creencia. “Cuando todo me va bien, sí, pero si no…”
Hay muchísimas veces en la vida que nos va
mal, porque hay enfermedades, accidentes, injusticias, disgustos, tristezas… y
nos sentimos realmente mal. Y es entonces la ocasión en la que decimos: “¿Dónde
está Dios? ¡Me ha abandonado! ¡No existe!”
Porque según nuestro corto saber, tan solo
existe cuando nos va bien. Y así, lo eliminamos de un plumazo todas las veces
que no estamos satisfechos. Enjuiciamos desde una medida humana y con ella
queremos entender todo. Imposible. Hay que desprenderse del entendimiento, de
la lógica, de lo que creemos nosotros que debería ser.
Estamos inmersos en tal inmensidad de
relaciones y cambios, que intentamos protegernos, defendernos, hacer patrones a
nuestra medida: “Dios es así y debería hacer esto”. Si no lo hace, no existe.
Absurdo.
¿Acaso puede el hacha aconsejar al que la
maneja? ¿Puede la vasija de barro rectificar la mano del alfarero? Algo así
dice la Biblia.
No intentemos manejar nosotros. Es más
relajante, dejarse arrastrar por las olas o los vaivenes de la vida, que aunque
a veces nos empujan sin miramientos, sabemos que después viene la calma.
Siempre viene la calma.
La Realidad que late en todo lo existente,
no deja de latir nunca. Con actitud confiada, aguantemos los chaparrones que
nos vienen, esperemos el amanecer de un nuevo día, y alabemos la llegada de los
buenos momentos, que no nos pillen enfadados o protestando, porque entonces no
los veremos llegar.
Aceptar nuestra vida tal como se va
desarrollando es la puerta para el equilibrio personal.
Dice León Felipe: “que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, pasar por
todo una vez, una vez solo y ligero, ligero, siempre ligero.”
1 comentario:
No podemos estar de mal humor o con quejas porque entonces no veremos llegar los buenos momentos. Esta enseñanza que nos das es para tenerla presente en todo momento, para automaticamente borrar el enfado, para poder vivir siempre en la sonrisa.
Pasar ligero...cuantas cosas tengo que aprender de mis padres. Qué privilegiada soy!
OS QUIERO!
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