domingo, 1 de enero de 2012

La gratitud


“Lo que la gente piensa de ti es un problema suyo, no tuyo. Tu problema es si crees en tu humilde camino y si estás viviendo desde tu centro y con alegría.” Éstas son las sabias palabras de Elisabeth Kübler Ross.

Un pensamiento central de la sabiduría es: vive evitando condicionamientos, que no te presionen los chismes de la gente, no te alteres o te enfades por lo que digan o dejen de decir, porque lo que digan es un problema de ellos, que no te tiene que salpicar a ti.

Si entramos en la rueda de los dimes y diretes, será imposible mantener la calma y la estabilidad personal.

Muchas veces, para que la gente opine bien de nosotros, para ser socialmente aceptados, somos capaces de cambiar nuestra manera de ser y decir que nos gusta una cosa cuando sentimos todo lo contrario, de programar actividades que no nos apetecen en absoluto, de forzarnos a actuar de determinada manera.

Esto nos aporta tensión y nos aleja de la serenidad interior.

Creer en nuestro camino sencillo, marcado por los acontecimientos naturales de la vida: nacimientos, esperas, despedidas, inquietudes, enfermedades, gozos y sorpresas, y vivir con alegría desde lo que somos en lo más íntimo, no desde las apariencias. No es pequeño el programa que se nos presenta y es todo un lujo participar en él.

Dios actúa en todo lo que hacemos, lo que pensamos, lo que decimos, de tal manera que lo ordinario se convierte en extraordinario. Somos sencillamente, y también increíblemente, colaboradores. Pero no extraños a él sino inmersos en su misma esencia, en su mismo tejido de amor.

Se pueden hacer dos lecturas en nuestras vidas, una es: aquí no pasa nada.

Y la otra es: aquí sucede el milagro continuado de la existencia, de la confianza y de la alegría.

Y de una perspectiva a otra va un abismo de diferencia, porque es con la segunda lectura como nos apropiamos de la dicha que nos pertenece, y de los encuentros y momentos mágicos que han sido preparados para nosotros.

Hay un claro indicador de que estamos en este segundo camino: si tenemos muchas ganas de agradecer la vida, y las ayudas que nos llegan.

La gratitud significa que vivimos desde nuestro centro y con alegría. Y su señal más clara y contagiosa es la sonrisa

1 comentario:

Anónimo dijo...

Besos, hormiguita. Y gracias.

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