
“Hoy os ha nacido un salvador.” (Lc 2, 11)
“Lo que el ángel anunció a los pastores hace dos mil años, nos lo dice Dios a nosotros hoy, por medio del Evangelio y de sus mensajeros. Ésta es una noticia que no puede dejarnos indiferentes. Si es verdadera, todo cambia. Si es cierta, también me afecta a mí.
El Evangelio no nos narra la historia de los pastores sin motivo. Ellos nos enseñan cómo responder al mensaje que se dirige también a nosotros: “Dios ha entrado en el mundo. Es quien está a nuestro lado.”
Los pastores eran personas vigilantes.
Hemos de despertar para que nos llegue el mensaje. Despertarse significa no estar encerrados en nuestro minúsculo mundo privado, entrar en la realidad común que nos une a todos. Desarrollar la sensibilidad para con Dios; para los signos silenciosos con los que él quiere guiarnos; para los múltiples indicios de su presencia.
Los pastores se apresuraron a ir al encuentro de Jesús.
La mayoría de los hombres no considera como prioritarias las cosas de Dios. Y también nosotros, como la inmensa mayoría, estamos bien dispuestos a posponerlas. En la lista de prioridades, Dios se encuentra frecuentemente casi en último lugar.
Si algo en nuestra vida corre prisa, es solamente la causa de Dios. Dios es importante, absolutamente lo más importante en nuestra vida.
Esta es la enseñanza de los pastores: No dejarnos atrapar por las urgencias de la vida cotidiana y tener la libertad interior para encaminarnos hacia Dios.
El tiempo dedicado a Dios y al prójimo nunca es tiempo perdido. En él vivimos verdaderamente como personas humanas.
Los pastores, las almas sencillas, estaban al lado.
Por el contrario, los sabios vivían lejos. Debían recorrer un camino largo y difícil para llegar a Belén. Y necesitaban guía e indicaciones.
La mayor parte de nosotros, hombres modernos, vive lejos: en teorías, faenas urgentes y preocupaciones que nos llenan totalmente y desde las cuales el camino hasta el pesebre es muy largo.
Dios nos impulsa continuamente para que podamos salir del enredo de nuestros pensamientos y de nuestros compromisos, y así encontrar el camino hacia él. Hay sendas para todos.
Hagámonos peregrinos hacia Dios de diversos modos, estando interiormente en camino hacia él, y también en el servicio a la iglesia y al prójimo.
Dios se ha encaminado a nosotros. Viene a nuestro encuentro. Él ha hecho el tramo más largo del recorrido. Y ahora nos pide: Venid a ver cuánto os amo.”
(Resumen del mensaje de Navidad del papa Benedicto XVI)
“Lo que el ángel anunció a los pastores hace dos mil años, nos lo dice Dios a nosotros hoy, por medio del Evangelio y de sus mensajeros. Ésta es una noticia que no puede dejarnos indiferentes. Si es verdadera, todo cambia. Si es cierta, también me afecta a mí.
El Evangelio no nos narra la historia de los pastores sin motivo. Ellos nos enseñan cómo responder al mensaje que se dirige también a nosotros: “Dios ha entrado en el mundo. Es quien está a nuestro lado.”
Los pastores eran personas vigilantes.
Hemos de despertar para que nos llegue el mensaje. Despertarse significa no estar encerrados en nuestro minúsculo mundo privado, entrar en la realidad común que nos une a todos. Desarrollar la sensibilidad para con Dios; para los signos silenciosos con los que él quiere guiarnos; para los múltiples indicios de su presencia.
Los pastores se apresuraron a ir al encuentro de Jesús.
La mayoría de los hombres no considera como prioritarias las cosas de Dios. Y también nosotros, como la inmensa mayoría, estamos bien dispuestos a posponerlas. En la lista de prioridades, Dios se encuentra frecuentemente casi en último lugar.
Si algo en nuestra vida corre prisa, es solamente la causa de Dios. Dios es importante, absolutamente lo más importante en nuestra vida.
Esta es la enseñanza de los pastores: No dejarnos atrapar por las urgencias de la vida cotidiana y tener la libertad interior para encaminarnos hacia Dios.
El tiempo dedicado a Dios y al prójimo nunca es tiempo perdido. En él vivimos verdaderamente como personas humanas.
Los pastores, las almas sencillas, estaban al lado.
Por el contrario, los sabios vivían lejos. Debían recorrer un camino largo y difícil para llegar a Belén. Y necesitaban guía e indicaciones.
La mayor parte de nosotros, hombres modernos, vive lejos: en teorías, faenas urgentes y preocupaciones que nos llenan totalmente y desde las cuales el camino hasta el pesebre es muy largo.
Dios nos impulsa continuamente para que podamos salir del enredo de nuestros pensamientos y de nuestros compromisos, y así encontrar el camino hacia él. Hay sendas para todos.
Hagámonos peregrinos hacia Dios de diversos modos, estando interiormente en camino hacia él, y también en el servicio a la iglesia y al prójimo.
Dios se ha encaminado a nosotros. Viene a nuestro encuentro. Él ha hecho el tramo más largo del recorrido. Y ahora nos pide: Venid a ver cuánto os amo.”
(Resumen del mensaje de Navidad del papa Benedicto XVI)
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