Recuperar la alegría

 

Yo he brotado de una fuente de amor. En sus aguas voy y vengo. En esa misma fuente transcurre todo, también tienen origen mis palabras, que son una parte importante de mi aventura humana.

En el encuentro hondo y sincero conmigo misma y con los demás, aprendo y voy avanzando, porque el misterio para el que no hay palabras, atraviesa la vida y los corazones y es el dueño, es decir, el máximo servidor. Por eso, siempre nos llega la ayuda necesaria para rescatarnos de momentos malos, de situaciones difíciles, y para impulsarnos a seguir adelante, con ilusión renovada.

Es extraordinaria nuestra capacidad de superación, una y otra vez se presentan oportunidades de remontar situaciones, y de seguir diciendo sí a la vida. Poco a poco, aprendemos a aparcar nuestras exigencias, a no poner condiciones, y sencillamente agradecer y alabar.

Todo esto sucede si actuamos con transparencia, verdad y apertura, desde lo que somos. Solo desde ahí podemos crecer.

Ese crecimiento no supone añadir cosas como en una suma, sino que significa mucho más, es multiplicar por el amor infinito. Ante eso, solo cabe el asombro y el agradecimiento sin límites. Este es el mayor regalo, que merece ser celebrado cada día.

Que seamos buscadores ilusionados y nos atrevamos a tener una nueva mirada sobre las cosas, a caminar con otro ritmo, hasta descubrir que todo es don. 

Que en todo momento cuidemos nuestra aventura interior, para poder celebrar la vida y así recuperar la alegría tan necesaria.