domingo, 7 de enero de 2018

En este nuevo año

Vamos por la vida con gesto de crispación, malhumorados, con prisa y muchos proyectos.
No acertamos a encontrar el camino que nos lleva a nuestro reino de paz, nuestro cielo que siempre nos acompaña.
Se acerca el final de nuestros días, siempre se acerca, y no hemos vivido a tope. Confundimos la plenitud con poseer cosas, con tener éxito y conseguir la aprobación de los demás.
Continuamente vemos gente enfadada, como si el enfado solucionase algún problema. Es más bien al contrario: todo lo complica.
Que hay situaciones difíciles, no lo dudo, pero nunca se solucionarán con la reacción airada y el grito. Lo que pasa es que tenemos muchas ataduras emocionales y es difícil desenredar la madeja que nos aprisiona.
Se trata de hacer todo lo posible por solucionar cosas y después soltar, no quedarnos tensos por lo que sucederá. Siempre tenemos que salvar nuestra ilusión, nuestra esperanza. Si vivimos bajo el peso de las preocupaciones… no vivimos realmente.
En este momento, en este día, en este nuevo año, puede ser un buen propósito conquistar nuestra calma. Para ello tenemos que mimarnos a nosotros mismos y darnos ese calorcito de cariño y aceptación que nos hace sentirnos realmente bien. Alejarnos de todas las culpabilidades que nos oprimen el corazón y, sencillamente, reír, porque todo está bien y vamos por buen camino.
No estamos solos, no hemos sido abandonados en tierra extraña. Somos seres únicos, maravillosos, con toda la ayuda del universo a nuestro servicio.
Así lo debemos creer porque con la actitud positiva atraemos todo lo bueno, esto hay que comprobarlo con la práctica para ver que es cierto.
Dice San Ignacio: “Actúa como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios”.

Creo que Dios es ese universo amigo que nos hace continuas llamadas a vivir de verdad. Es hora de que escuchemos su voz.

2 comentarios:

Fr. Simón dijo...

Actúa y confía

Anónimo dijo...

Gracias mamá. Trataré de ponérmelo como objetivo, conquistar la calma.

Te quiero.

Celebrar la vida

  Algo tiene que morir en nosotros para que la vida gane. Desprendernos para avanzar. Dejar atrás la visión de nosotros mismos y del mundo, ...