miércoles, 24 de septiembre de 2014

La mejor espiritualidad



La mejor espiritualidad es la que te hace mejor, la que te hace más compasivo, sensible, responsable, cercano, acogedor.
La espiritualidad nos hace dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento. Y para eso, todo ayuda. Porque vivimos en un entorno físico, material, social, familiar, trascendental. Todos esos ambientes, climas, hay que cuidarlos, mimarlos. Y lo que esté en nuestra mano, hacerlo.
No siempre podemos intervenir, no podemos cambiar determinadas circunstancias. En lo que sí podemos actuar, pongamos los cambios necesarios, para sentirnos a gusto y para nunca olvidar a los más necesitados de los que nos rodean.
Si lo que queremos es un mundo mejor, no podemos tomar la opción por el mal humor ni por la dureza de corazón con nuestros hermanos. Tenemos que elegir en cualquier circunstancia el encuentro compasivo, el respeto y la confianza en el trato.
La espiritualidad transforma siempre, en la búsqueda se nos va moldeando un nuevo estilo, que es el que nos hace nacer a la vida auténtica.
Siempre podemos tomar caminos de transformación, podemos beber en fuentes que manan para nosotros y nos atraen con su dulzura.
Después de este periodo de vacaciones me han comentado algunas amigas que tienen ganas de que nos reunamos de nuevo para hablar de lo que es más importante, de lo esencial que nutre nuestra fe, del anhelo que está en nuestro interior. No en todos los ambientes se puede profundizar en estos temas, mejor dicho, en casi ningún ambiente.
Es bueno tener grupos con los que compartir la espiritualidad, comprobar que mi esperanza es la misma que está en todos, hablar abiertamente de nuestra interioridad, pronunciar la palabra “Dios” con una emoción compartida. Y así, en comunidad, regar el arbolito de la fe, a veces tan poco alimentado.
Es una gozada poder compartir experiencias de vida, miradas a la luz de la fe y de la trascendencia. Tenemos a mano muchas comunidades laicas espirituales, cada uno que busque la que más le convenza, se lo recomiendo, porque va a profundizar en el conocimiento de sí mismo, estando en comunidad. Va a aprender de las experiencias de otros, y a salir beneficiado en cualquier caso.
Y si en un grupo no encajamos bien, siempre hay otros donde elegir. Una tarea para toda la vida es la de profundizar en nosotros mismos y mejorar nuestra espiritualidad.

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