He participado
en un congreso sobre la Nueva Evangelización. Me han dicho que hay que hablar
de Dios con un nuevo lenguaje, y hay que revisar nuestra fe, ver cómo vivimos
la esperanza y el amor. Hay que construir una espiritualidad sana y salir al
encuentro de las personas, con entusiasmo e ilusión.
Nuestro contexto
social no es precisamente el adecuado para hablar de todas estas cosas, pero
dentro de nuestra naturaleza está el ser profetas (literalmente: el que habla).
Para esta nueva
evangelización hace falta un primer anuncio, una manera cálida y entrañable de dar
a conocer a Jesús.
“¿Te atreves a hablar de Jesús ante familiares
y amigos?” Esa pregunta nos han hecho.
Yo soy una
persona que habla con bastante frecuencia, y también escribe, sobre la
trascendencia que se nos manifiesta de infinitos modos y con muchísimos
matices.
Me confieso
cristiana, seguidora de Jesús de Nazaret, Pero también me sitúo de modo
natural, al margen de religiones y mandatos.
Reconozco que
hay terminologías y ritos que me dejan indiferente y hasta me aburren. Y
precisamente en este tema huyo de los aburrimientos, porque quiero estar bien
despierta a todo lo que pasa por mi interior, a los indicadores del camino, a
las llamadas y avisos.
Me quedo con la
frase que escuché: “no habrá evangelización nueva ni vieja si no hay
espiritualidad sana”. Eso sí que lo entiendo, y me mueve a formarme y a
caminar.
Conviene que nos
revisemos de cuando en cuando, que veamos cómo funciona nuestra fe, cómo es
nuestro amor y qué lugar ocupa la esperanza.
Y
también recordar que en nuestro camino de fe, todo tiene que empezar por la
oración, porque nos sentimos en un encuentro íntimo con una persona viva, con
quien dialogamos.
Nuestra
fe tiene que ser una fuente de agua clara que impregna nuestros lugares de
vida, trabajo, grupos, actividades sociales. Tiene que ser un oxígeno puro y
refrescante que lleve aire nuevo allá donde vayamos. Eso, sin más, ya es ser
evangelizador.
Nuestro
Espíritu amigo nos facilita el camino de muchas maneras. Es importante ese
primer anuncio, esa manera cálida, empática, de conocer el mensaje y la persona
de Jesús, como el amigo que nos acompaña actualmente, y no nos va a dejar
abandonados a nuestra suerte.
Invito
a leer los Evangelios con ilusión, lo que en ellos se nos cuenta es verdadera
sabiduría, y es de rabiosa actualidad. Subraya los mensajes que están ahí
escritos para ti. Y camina sintiendo que Jesús es tu amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario