domingo, 11 de noviembre de 2012

Depósitos de calma


“¿Por qué tenemos problemas? Normalmente creemos que la causa está en los demás, en los de fuera, en las circunstancias que nos toca vivir. Pero no es así.

Los problemas nos los creamos nosotros porque no estamos armonizados interiormente. No necesitamos nada más que ser lo que ya somos. El yo verdadero simplifica la vida porque no está sometido a los deseos caprichosos del ego ambicioso” Darío Lostado

Así como un vehículo necesita llenar sus depósitos de gasolina para funcionar, de la misma manera nosotros necesitamos llenar nuestros depósitos de calma para ser personas auténticas.

Con una gran reserva de calma podemos acceder a nuestras enseñanzas diarias, a los mensajes a nosotros destinados. En cambio, si nos domina el nerviosismo, caminamos a trompicones y ya no sentimos el privilegio de vivir.

Quizá nos sucede que el montaje que hemos puesto sobre nuestros hombros es demasiado pesado, que pretendemos abarcar muchas cosas y a la vez nos hemos creado innumerables necesidades y superficialidades, a las que nos es muy difícil renunciar, y que no nos dejan vivir con autenticidad.

Hemos venido a realizar nuestra verdadera naturaleza que es el amor. Y amando, accederemos a ese sentirnos bien, felices, que es nuestra patria verdadera.

De algún modo tenemos que salir de la espiral de preocupaciones que nos quiere atrapar, para dedicarnos a saborear lo que ya somos y tomar posesión de nuestro espacio de calma interior, donde reina la alegría.

La persona serena se puede enfrentar con cualquier cosa porque puede ver los pros y contras de las situaciones que se le presentan, puede tomar decisiones, también rectificar cuantas veces haga falta. Si la mente se calma, se vuelve más clara y nos sirve para conectar con nuestras  verdaderas necesidades.

Si nos ataca la ansiedad y nos ponemos nerviosos, nos perdemos el paso de la vida, que a veces pasa tan de puntillas que transcurren los días y parece que no haya sucedido nada.

Tenemos que estar con los ojos bien abiertos y la atención al máximo, y para ello nos es necesario un ambiente de tranquilidad bajo nuestra piel. Eso corre de nuestra cuenta, somos los encargados de nuestro propio territorio, no podemos dejarlo en manos de nadie más. “Tenemos un ser humano a nuestro cargo, y somos nosotros mismos”.

Llenar nuestros depósitos de paz y crear espacios apropiados para saborear lo extraordinario de cada momento. Ese es mi deseo compartido y también es mi oración.

 

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