Hay quien tiene la vida amordazada y colocada
en un cajón de la existencia y hay quienes tienen excedente de vida. En este
último caso, las personas tienen fuerza para crear y construir universos
especiales y acceden a su realización personal, todo esto mezclado con grandes
dosis de dicha.
Un sencillo ejemplo, si alguien tiene afición
por la cocina y le ilusiona preparar la comida para toda su familia, o para
amigos, entonces a la vez que se realiza, es feliz.
Todos tenemos aficiones, todos disfrutamos especialmente
con algo, en palabras de Ken Robinson, tenemos que buscar nuestro elemento,
aquello para lo que estamos especialmente y naturalmente dotados. Esto, unido a
la ilusión y entusiasmo que ponemos, provoca chispas de vida auténtica, de la
que merece la pena, porque expresamos lo que llevamos dentro y a la vez
disfrutamos.
Aunque nos quieran hacer creer lo contrario, la
vida va unida a la dicha. Y si hay excedente entonces tocamos nuestro cielo
personal, es decir, somos felices.
Con estos excedentes de vida vemos cómo una
pintora pinta, un poeta escribe su poesía, un mecánico arregla magistralmente
un coche, una peluquera hace una obra de arte, unas profesoras hacen nacer el
entusiasmo en sus alumnos, unas dependientas atienden maravillosamente a sus clientes,
unos especialistas en medicina curan, una conferenciante entusiasma a su
público. Y tantos ejemplos más.
Esa vida más intensa va con todos nosotros,
aunque algunos aún no la hayan encontrado. Otros la encuentran al final de su
vida, sencillamente dando su cariño desinteresado a todos y cuidando con
ternura a sus nietos. Toda expresión de uno mismo sirve. No menospreciemos.
Con esta explosión de vida nos hacemos grandes,
nosotros y nuestro planeta también, porque lo hacemos más habitable y alegre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario