En la imagen, un pequeño ser malvado nos lleva
constantemente adonde quiere, él manda en nuestra voluntad: nos representa
atados al éxito, al dinero, al reconocimiento personal. También hay un angelito
con un despertador, que quiere que nos enteremos de la maravilla de la vida y
que nos liberemos de ataduras, para poder disfrutar. Esos dos personajillos
representan a nuestras voces interiores que nos encaminan hacia una u otra
meta. Unas voces nos construyen, otras nos obstaculizan. A quién queremos hacer
caso, depende de nosotros
Escuché que “somos desgraciados porque no
sabemos que somos felices”. Es decir, somos ignorantes, ese es el significado
de la palabra pecador.
Ir dormidos por la vida es estar hundidos en
las preocupaciones y las quejas y no encontrar la luz del agradecimiento.
Estamos dormidos cuando no vibramos ni nos
emocionamos, cuando no sentimos la alegría de estar vivos. Y de eso nos pueden
dar lecciones precisamente los que no tienen nada material, que disfrutan del
regalo de cada día mucho más que nosotros.
Así empieza un texto de Facundo Cabral: “No
estás deprimido, estás distraído”. Nos distraemos con lo que es efímero, con lo
intrascendente, con los constantes pensamientos, con los prejuicios heredados,
con las susceptibilidades que nos invaden, el amor propio y el orgullo que
tanto mandan en nuestra casa interior.
La voz representada por el angelito en la
imagen, no deja de insistirnos para que nos despertemos y no caigamos por el
precipicio de la superficialidad y el sinsentido. Pero estamos atados a
demasiadas cosas que no nos convienen. Quién ganará.
Hay un relato que dice que hay una batalla
entre dos lobos dentro de nosotros, el de la bondad y el de la maldad. Ganará aquel
a quien nosotros alimentemos.
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