Con este título acaba de salir mi nuevo libro.
Muchas puertas se han abierto en mi vida para que esas reflexiones vean la luz.
Tan sutilmente actúa en nosotros la misma
Sabiduría que pasan los días y parece que no haya pasado nada pero realmente
pasan movimientos y revoluciones interiores increíbles. Lo vemos a poco que
fijemos nuestra atención.
En la Biblia se cuenta en forma de narración:
“El ángel le dijo a los pastores que fueran a adorarle”, “la zarza ardiendo
habló”, “el pueblo que andaba en oscuridad vio una gran luz”, “entonces el
Señor se dirigió a mí una vez más”. Y así podría poner un montón de citas más,
pero esto no nos sucede así. No hay un ángel que venga a hablarnos ni una voz
que nos diga nada. Son un símbolo todos los relatos.
En mi caso, cómo sucede llegar a escribir este
libro. Lo más acertado sería decir que la vida me va guiando con lo que sucede.
Y tiene sus emisarios, yo he aprendido a verlos. Nos habla a través de la gente
cercana y de las circunstancias cotidianas. Conviene que nos dejemos moldear y
aconsejar, que estemos receptivos. Con las puertas abiertas, precisamente.
Lo más difícil fue llegar a la decisión de
publicar el primer libro, porque parece que ese tema no va contigo. Te van
diciendo y aconsejando los amigos, hasta que piensas: esto tendrá que ser así
cuando tanto me insisten. Entonces nació “Agua y Luz”, libro de poemas que se
agotó rápidamente. Al poco tiempo salió: “En defensa del Amor”, una búsqueda
apasionada del sentido de mi vida dentro de la Vida. Ahora es el turno de “Mi
vida es la puerta”, siempre abierta al infinito, a la belleza, a la
trascendencia.
De esta manera “me ha hablado” la vida. Muy
silenciosamente me ha sugerido: mira lo que pasa dentro de ti y escríbelo.
Y eso es lo que hago todos los días. Siempre me
llegan palabras, citas, inspiraciones para escribir. Las reflexiones, que luego
se convertirán en libros, tienen urgencia por salir, son ellas las que mandan,
yo estoy a su servicio y me beneficio de su don.
Cuando yo me haya ido a vivir de otra manera,
quedarán mis hijos y nietos, maravillosa prolongación de la vida, quedarán mis
sueños, anhelos, dudas y certezas, temores y confianzas. También algunos
libros, donde estará reflejada la mirada divina a través de mi misma mirada, y
ese será un gran milagro, “para el que cree todo es posible”.
Que las palabras que me han movido
interiormente, puedan mover otros corazones.
Nada más puedo pedir. Solo me queda agradecer y
agradecer.
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