miércoles, 10 de diciembre de 2014

Egocentrismo



El egocentrismo es una piedra dura y molesta en nosotros que nos impide disfrutar del sabor auténtico de la vida. Esa piedra la podemos ir deshaciendo a fuerza de humildad, apertura, generosidad y ternura.
Siendo egoístas nos sentimos aparentemente cómodos porque damos prioridad a nuestro ego y somos protagonistas. Pero ese ser egoísta al que servimos, cada vez se vuelve más tirano, más absorbente y nos aleja de la sencillez y el desprendimiento.
Ser egoísta es vivir en tinieblas. “No viváis, hermanos, en tinieblas, todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas”. (1Ts 5, 4-5).
Lo principal es estar en paz con el mundo y conmigo mismo y si para eso me tengo que colocar yo en último lugar, pues hacerlo.
Yo no soy la medida de todas las cosas, tengo unos condicionamientos que me hacen ser como soy, y otra persona tiene otros, pero desde todas nuestras diferencias podemos sentirnos en el mismo barco, con la misma meta. Y saber que caminos diferentes llevan a un mismo destino: el de la realización personal, que es también el encuentro con Aquel que nos ama, le pongamos nombre o no.
Nuestro camino es ir despojándonos de impedimentos, de aprendizajes inamovibles, de actitudes egocéntricas que son losas pesadas, para llegar a nuestra propia liberación: sentir en lo hondo que somos libres y elegir ser felices.
Porque también podemos elegir el sufrimiento, siempre encontramos excusas para sufrir. Está muy de moda quejarse y ver los aspectos negativos de todas las cosas, también ponerse a uno mismo en primer lugar, en un nivel superior, porque aunque no lo exprese así abiertamente: “yo siempre tengo la razón”.
Dice Madre Teresa: “La raíz de todos los males es el egoísmo”.
El egoísmo nos impide ponernos en el lugar del otro y actuar de corazón a corazón. Nos hace anteponer nuestros intereses por encima de todo, con argumentos artificiales y falsos, con lo que nos alejamos de las relaciones afectuosas y compasivas.
La vida es muchísimo más sencilla de lo que aparenta. El egoísmo nos impide ver con claridad y disfrutar de esa sencillez. Nos dificulta nuestra unión con todas las cosas y nos enfrenta al mundo.
No tenemos que olvidar que solo cuando somos unión y armonía somos felices. Busquemos siempre nuestro equilibrio intrapersonal e interpersonal y librémonos del egocentrismo.

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