Todo lo que sucede en
la Biblia es una única historia contada para que yo interprete mi vida a la luz
de la fe.
Miles de páginas a mi
disposición, como un cuento universal a la vez que personal, donde cada uno de
los humanos que han pisado esta tierra podemos mirarnos.
Al igual que a
Samuel, el mismo Dios me llama por mi nombre, me despierta en mi noche y actúa
en mí.
Como a Abraham me
dice: sal de tu tierra, de tus seguridades para poder llegar a la confianza
desnuda en él.
Soy Moisés, cuando
recibe las indicaciones del Señor y se pone al servicio de su pueblo. También Dios
firma un pacto conmigo, una alianza de amor eterno.
Job es el gran
maestro de la paciencia y la confianza. Es un modelo a seguir en mi vida
Los salmos son
palabras de alabanza para los corazones inquietos y maravillados.
Los profetas nos dan
avisos acertadísimos, que nos marcan el sendero para que no nos perdamos en
superficialidades.
En los Evangelios,
Jesús nos comunica su mensaje de amor, con su vida y su palabra. Después, sus
amigos, los discípulos, se encargaron de darnos las últimas indicaciones.
Los Magos siguen una
estrella que es la misma que yo sigo en mi corazón.
Mis pasos en esta tierra
están guiados y marcados desde el inicio de los tiempos.
Todo lo que sucede en
la Biblia, me sucede a mí, paso por paso, es un viaje hacia mi interioridad y
hacia mi esencia como ser humano.
Cada vez soy más
consciente de que sus páginas están dirigidas a mí y sus mensajes me hablan de
lo que siento, de lo que me pasa, de lo que tengo que hacer.
También es cierto que
cuando está preparado el discípulo aparece el maestro. He pasado muchos años
sin abrirlo, es ahora cuando lo valoro y lo agradezco.
Podemos caminar
confiadamente, tenemos postes indicadores que nos ayudan tanto en este libro
sagrado como en todo lo que nos sucede.
Somos un pueblo
caminando, en búsqueda. Todos vamos inseguros, anhelantes, llenos de preguntas.
Es más fácil la vida si te fías de lo que otros han vivido y escrito para ti, si
te fías de la palabra divina: “Mira que
yo estoy contigo; te guardaré por donde vayas. No te abandonaré sin cumplir lo
que te he prometido”. (Gn 28, 15).
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