Walt
Witman: “No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas”.
Es
una paradoja que siempre nos es difícil ver lo esencial aunque realmente es lo
que tenemos más a mano. Nos queremos situar en un punto que está alejado de donde
estamos, tenemos que dar unos pasos, llegar a, la meta siempre la situamos
fuera.
Pero
adonde tenemos que llegar ya hemos llegado, porque lo más grande, lo más bueno,
ya lo tenemos de fábrica. Realmente nos hemos complicado la vida.
Lo
esencial sencillamente es vivir. Cuando sientes que estás conectado con la vida
y lo sientes como regalo, te sale la gratitud y la alabanza. Y eso es la vida
auténtica.
Hay
un rio de vida del que formo parte, que está caracterizado por la bondad, la
belleza y la paz.
Dos
veces nacemos, en el parto y en la consciencia o despertar a nuestra realidad.
Este segundo nacimiento es decisivo. Nos hace contempladores o contemplativos.
Es el inicio de la lucidez y el asombro, la confianza y el agradecimiento.
Precisamente
la espiritualidad significa renacer a la sencillez de la vida, Nos hemos
cargado de complicaciones y de esfuerzos añadidos para conseguir metas siempre
lejanas. Pero nuestro ser profundo lo llevamos con nosotros y es el camino de
la interioridad y la calma el que nos abre sus puertas. Es la reflexión íntima
y confiada la que nos hace ver esa estancia llena de tesoros que siempre había
permanecido ahí.
Con
el nerviosismo que nos atenaza continuamente, tanto en nuestras relaciones como
en nuestras actividades, no llegamos a ningún sitio. Cuántas veces he oído
decir “es que con mis hijos es con quienes más me enfado”. La vía del enfado y
el estar alterados en nuestras relaciones más cercanas no conduce a buen
puerto. Precisamente ahí es donde más necesitamos calma, diálogo, escucha, y yo
añadiría: buen humor.
Si
nos alteramos y nos domina la inquietud, nos perdemos la vida, cortamos el acceso
a la lluvia de bendiciones que acompaña a un corazón en calma.
El
río de la paz pasa por mi mismo centro, de él tengo que beber y en él
sumergirme, para vivir, sencillamente. Todo lo que no sea eso es perderse algo
importante, algo que nos pertenece y solo percibimos si fijamos en ello nuestra
atención.
Como
dice la cita del poeta, no permitamos que la vida pase sin que la vivamos, abandonemos
todos nuestros miedos y dejémonos ilusionar por ese río de vida cuya fuerza es
inmensa, imparable, amorosa.
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