Dice el Talmud: “No vemos el mundo como es, sino como
somos”.
Podíamos enmarcar
esta cita, llevarla siempre a mano, recordarla en muchos momentos. Pensar así
cambia totalmente nuestra visión de las cosas. Hay tantos mundos como miradas
humanas.
No hay un mundo
separado de nuestra observación, y nuestra sola presencia cambia el curso de
los acontecimientos en uno u otro sentido.
Parece cosa de magia:
tenemos el poder de cambiar el mundo con nuestra mirada. Y cómo afecta esto a
nuestro día a día. Nos lleva a tomar consciencia de que el mundo real es el que
está en nuestro interior. Todas nuestras relaciones de afecto, que son las que
nos mueven, las llevamos dentro.
Si el mundo es lo que
nosotros somos, una gran tarea tenemos por delante, que es darle la forma que
queremos a nuestra querida tierra. Cuando le preguntaron a Amma cuál era el
problema del mundo, ella contestó: “el mundo no tiene ningún problema, el
problema está en ti”.
El trabajo es
personal, y es apasionante: aceptarnos y amarnos, para poder aceptar y amar todo
y a todos. Construir dentro lo que buscamos fuera. Diseñar un espacio único,
valioso, acogedor y cálido donde quepan todas las personas con las que “la
casualidad” nos hace encontrarnos. Todas tienen el regalo de la vida, como
nosotros. Quitemos las etiquetas y los juicios de valor, este es bueno, este es
malo. Dice el Dalai Lama: “Mi religión es
muy sencilla, es la de la bondad (kindness)”.
Pues esa es la
religión que nos conviene a todos, y es la que nos dice Jesús: “Ama”. Dios hace salir el sol para
todos y la lluvia beneficia a todos. Pero nosotros nos creemos superiores y
hacemos selección, aceptamos y rechazamos, apartamos y marginamos a nuestro
gusto, nos convertimos en una especie de tiranos para otras personas.
El nuevo mundo que
vamos moldeando en nosotros está hecho con nuestros mejores gestos e
intenciones, con todo lo que necesitamos para vivir en positivo. Todos los
pasos de acercamiento sirven, ninguna caricia se desperdicia, y la alegría
íntima nos marca el mejor camino.
Necesitamos vivir
desde lo hondo para saciar nuestras ansias de paz. Cuidemos esos momentos
necesarios para nosotros en que tocamos la esencia divina que nos habita y
sostiene. Son los momentos de mayor sencillez en los que simplemente vivimos agradecidos
y no nos complicamos, ni nos perdemos en complejidades.
Que todos seamos
capaces de ver un precioso mundo reflejo del que cultivamos dentro.
4 comentarios:
Precioso!
Gracias maestra
Hormiguita, eres única!
Gracias por abrirnos los ojos a la vida verdadera. Tu siempre estás ahí, como la gota, constante sin importarle el río, y poco a poco vas creando el océano.
Perdona por perder de vista a veces la inmensidad del mar.
Te quiero mamá.
Nadie sabe de dónde sopla el Viento
Ni porqué
El caso es que de vez en cuando sopla
Y te trae recuerdos de lo que eres
De lo que has sido
De lo que serás
Gracias, viento, por acordarte hoy de mí; de mi gente
Al+Mc
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