domingo, 7 de noviembre de 2021

Bendita contradicción

 


Todos caminamos con la duda a cuestas, la sombra nos persigue, el dolor está al acecho, la inseguridad es total. Eso es una parte de la vida. La otra parte es confianza y luz, pasión y entrega, aceptación y dicha.

Y esas dos partes están profundamente entremezcladas, solo se pueden separar para explicarlas, pero viven juntas, habitan el mismo espacio humano. Y todo eso soy yo, y por supuesto, eres tú, porque yo no soy una especie aparte. Todo lo que digo para mí siempre es para todos.

Somos pura contradicción. Bendita contradicción.

Las condiciones que se me han dado para vivir, son las que necesito para caminar. No otras. Lo bueno y lo malo. El dolor y el amor, todo me sirve de igual modo, no tiene más peso uno que otro. “Todo lo que me pasa, me pasó y me pasará es lo mejor que me puede pasar”. Eso dicen los grandes santos.

Tomemos amorosamente y abracemos todo cuanto llega. Nos ha sido enviado para que saquemos a la luz nuestro dones, nuestras buenas energías.

Por la fe que se nos regala, contamos con la inmensa alegría de saber que nunca caminamos solos, somos ayudados hasta en el más mínimo detalle. Si aún no nos habíamos dado cuenta, es hora de que nos fijemos, de que abramos esos ojos nuevos, necesarios para ver cómo la vida siempre viene en nuestro auxilio, con esa persona, ese detalle, esa aparente “casualidad”.

La contradicción que somos nos impulsa a usar la imaginación y la creatividad para abrir caminos y dar respuestas nuevas a los problemas de siempre. Aunque en realidad, solo hay un problema que se repite: nuestro ego hinchado y exigente que quiere ser protagonista y siempre obstaculiza el paso del amor, que es ese aire puro, fresco y sanador en el que existimos y que es nuestra esencia.

1 comentario:

Fr. Simón dijo...

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