Asombro

 “La Tierra gira a una velocidad de 1,700 km/h sobre su propio eje. Junto con el Sol y con todos los planetas la Tierra gira a 774.000 km/h alrededor del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Existen millones y millones de galaxias…”  Y tantos y tantos datos se pueden añadir, con cifras increíbles. Habito en un universo que es imposible abarcar con mi entendimiento.

Se puede decir que todos los días doy un paseo por el espacio, acompañada por las estrellas. Cada día me muevo a velocidades increíbles. Cruzo espacios estelares, con gran precisión. 

La creación late con fuerza en mí misma, tengo mis pies en el infinito y con la luz de mi conciencia doy vida al universo, el exterior y el interior.

Todo a mi alrededor está magistralmente trazado y ordenado, sin embargo, por dentro soy un montón de preguntas y de inseguridades, quizá porque siempre pretendo conseguir algo y no me doy cuenta que ya lo tengo todo en cada momento. Si todo es perfecto, mi vida, cualquier vida, también es perfecta.

Si no vivo en el asombro, es que me estoy perdiendo la vida, es decir, estoy completamente muerta.

Asombro por esa energía que pone orden en mis pensamientos y armoniza mis palabras, y me empuja a buscar la frase, la cita, la imagen que me hace falta, en cada texto. Esa energía se puede simbolizar como “viento”. “Sin ese viento, yo no he escrito jamás una letra”, decía León Felipe. Hago mías sus palabras.

Asombro por sentirme guiada y querida. Por la belleza de todo lo creado, por la ternura que me une a todo. Por la novedad de cada momento. Por todo lo que experimento, día a día, y por tantas “benditas casualidades'' que van orientando mi vida.

Es un gran regalo vivir en el asombro porque cambia mi actitud ante la existencia y me lleva a ser profundamente agradecida.