Estamos en conexión directa y constante con aquello que es la Realidad última. La cuestión es cómo nos cambia la vida el saberlo, si nos transforma o nos deja indiferentes.
Cómo llevo el saberme enviada, portando el tesoro de la única Vida que existe, la divina, recorriendo los caminos a mí destinados, con miedos y alegrías, luces y sombras, todo en una misma jornada.
De qué me sirven los días si no siento que camino y no me lleno de emoción con cada detalle, con la sacralidad de cada gesto, de cada encuentro, poniendo para ello mi atención consciente, que me ayuda a estar presente al momento presente.
Para qué me levanto cada mañana si no me siento humana y a la vez hermana y amiga de todo y de todos. Todo tiene un sentido que desconozco, todo forma parte de una red de conexiones armoniosas y asombrosas.
Yo estoy en esa red, formo parte de un círculo encantado, de un entramado perfecto. Esa perfección es el Paraíso en el que habito, lo cuál es mágico y extraordinario siendo como soy imperfecta y frágil.
Me doy cuenta que mi tarea principal es desaprender lo aprendido, quitar lastres, desechar ídolos, abandonar seguridades. El descubrimiento mayor es ir asimilando que ya lo soy todo y que lo que tengo o lo que sé es lo que necesito tener o saber, ni más ni menos.
Necesariamente, mi ignorancia debe seguir siendo ignorancia, es imposible comprender lo absoluto desde mi posición humana. Mi vivencia sí que puede hacerse más honda, día a día. Esto es un proceso personal, que va unido a un trabajo de atención, y además es un maravilloso regalo, porque supone “tocar el cielo” desde mi misma tierra.
2 comentarios:
Preciosa la reflexión. Importante estar con los pies en la tierra,los ojos en el cielo y el corazón atendiendo con amor ambas realidades
Para qué me levanto cada mañana si no me siento humana y a la vez hermana y amiga de de todo y de todos....
GRACIAS¡
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