domingo, 2 de diciembre de 2018

La coraza de la fe


Buscar la unión es sabiduría. Todo lo que existe es uno conmigo. “El Padre y yo somos uno”.

Esa unión significa bendición para el alma y paz entre hermanos. Y no es imposible de conseguir, aunque a veces lo parezca.

Buscar la paz es necesario. Es el terreno fecundo de la vida, en el que todo se consigue porque tocamos nuestro cielo interior.

Practicar confianza es liberador. Desata nuestros miedos y nos quita todas las barreras que nos impiden realizarnos.

En este momento de mi vida ya solo me interesa esa unión, que lleva a la paz, y que requiere confianza. Por supuesto, no siempre consigo mi objetivo, pero mi meta sigue estando clara y cada día vuelvo a iniciar mi camino. Siempre es buen momento para levantarse.

Cuento con la coraza de la fe y el amor: “Debemos protegernos, como con una coraza, con la fe y el amor, y cubrirnos, como con un casco, con la esperanza.” (1Ts 5,8). Es una protección imprescindible para no perderme por caminos que no conducen a nada y para vaciarme de razonamientos inútiles y posturas estériles.

Necesito el blindaje de ese amor que todo lo disculpa, todo lo puede. Todo lo hace posible. Solo me sirve el imperativo: ¡ama!, tantas veces escuchado.

Me empeño día a día en crear paraísos a mi alrededor, estoy conectada a todo con la fuerza única de la ternura. Tengo como sagrada misión ayudar a Dios, por eso le entrego mis manos abiertas, mi mirada limpia, mi corazón habitado, y también todas mis sombras.

Todo viene en mi ayuda, cuando dejo mis puertas abiertas y confío.

No hay comentarios:

El tablero de la vida

  En lo más cotidiano jugamos nuestra partida, nos alegramos y nos cansamos, planeamos y nos desanimamos, hacemos nuestras jugadas más brill...