domingo, 7 de octubre de 2018

Estoy alerta


La felicidad deja un sabor cálido en la boca, una caricia en el estómago, una honda emoción en la piel. Es fácil de identificar. Esa sensación puede venir en cualquier momento, acompasada con la música que acompaña el propio silencio interior. Una música divina.

Aceptar y abrazar la propia fragilidad, es necesario. Saber que me equivoco, dudo, no todo está limpio en mí. Saber que estoy mediatizada por montañas casi inamovibles que se pueden llamar psique, mente, tradición, prejuicios. Son montañas que me aplastan y me paralizan.

Sin embargo, saber que sigo siendo libre para lo esencial: saberme viva y agradecida. Saberme amada. Ese es mi tesoro y la única perla que tiene valor.

Veo claro que tengo una faena por delante, desprenderme de todo lo negativo que se me haya ido pegando a la piel, también de los miedos que me inmovilizan, y, con pequeños intentos, aprender a volar, para preparar el vuelo definitivo para el que he nacido.

Todo ello, haciendo lo que hago siempre, lo que la vida pone en mi camino. Cosas sencillas, tareas fáciles, porque yo he elegido verlas fáciles. Para eso tengo libertad.

Estoy alerta, vigilante, porque no quiero perderme mi auténtico nacimiento, mi propio despertar, el que sucede poco a poco, paso a paso a lo largo de mi vida. Es imparable, no hay vuelta atrás, he nacido para eso.

Es una gozada ver cómo se completan los ciclos, cómo se armonizan los tiempos, y todo tiene un sentido. Esto puedo verlo mirando hacia atrás, leyendo en lo que ya ha sucedido.

Siempre teniendo en cuenta que para amar tengo que estar atenta y vigilante, con todos mis sentidos puestos en el aquí y el ahora del Amor Infinito que me sostiene.

2 comentarios:

Fr. Simón dijo...

Para amar hay que estar vigilante

Unknown dijo...

Quitarnos de nuestra piel todo lo negativo. Hacerlo fácil.

Gracias mamá.

Convertirse

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