domingo, 16 de septiembre de 2018

Cuando rezo


Si rezo, me siento bien, me sitúo en la verdad de mi ser, en mi misma fragilidad, y desde ahí lanzo palabras y, a veces, silencios.

La duda es si cuando rezo me escucho a mí misma en un diálogo relajante y complaciente o intento escuchar la única Palabra que se expresa en lo que está sucediéndome.

Es difícil, diría imposible, ese diálogo criatura-Creador si no se parte de un radical abandono y disponibilidad, de un “hágase”, sabiendo que su voluntad, y no puede haber otra, siempre será lo mejor que me puede suceder. Dios es un Amor. Lo que nos pasa es que está tan cerca, tan en todo, que resulta invisible a nuestros ojos, y parece que juegue a que le descubramos. Nos sirve la imagen del pez que iba buscando el océano y no lo encontraba.

“Ten la convicción de que en todo momento y sin excepción él hará y está haciendo lo que es mejor para ti”, dice el sabio oriental. Sin excepción. Difícil creer esto viendo el sufrimiento de tanta gente. Debemos vaciar la mente de juicios, prejuicios y condicionamientos psicológicos. Es falso todo lo que nos inquieta y nos angustia, y nos intenta apartar de la confianza absoluta. Habrá quien tenga sus dudas respecto a esto, yo misma, en ocasiones.

Que nuestra oración no se convierta en palabrería autocomplaciente sino en escucha y disponibilidad, para poder estar atentos a los mensajes divinos y estar preparados para recibir las bendiciones que nos llegan en cualquier situación que nos encontremos.

Buda: “No importa lo mal que parezca una situación… siempre tiene una bendición escondida y es nuestro objetivo encontrarla.”

El sentido

  Qué sentido tiene vivir, y qué sentido tiene partir. Si utilizo la mente pensante, jamás podré contestar a estas cuestiones. Tengo que uti...