domingo, 17 de junio de 2018

Calidez humana


El ser humano está llamado a la calidez y a la unión, no a la frialdad. Porque estamos conectados en lo más íntimo: somos una red de vida. Si uno fluye, todos fluimos. Cuando uno se estanca, afecta también a todos. Hay personas más cálidas que otras. También en una misma persona puede haber esos dos extremos, dependiendo de las circunstancias.

La dureza de corazón, o frialdad, es una enfermedad grave, y bastante extendida. Es la expresión de alguien que ha sufrido esa misma dureza. Si atacamos o menospreciamos a otra persona, nos estamos perjudicando a nosotros mismos.

Modos de avanzar hacia esa calidez necesaria para vivir: ser agradecido, escuchar, mirar y valorar al que está al lado. Interesarse sinceramente por él. Tender puentes. Los abrazos y el contacto físico, son sanadores.

Todos estamos necesitados de ternura: es el alimento básico para poder vivir plenamente. No tenerla es malvivir. En nosotros mismos está la fuente de esa ternura. “Dios es ternura”, dice el Papa Francisco.

Todos tenemos el derecho sagrado a ser amados, y el deber sagrado de amar.  En cualquier circunstancia y lugar en que nos encontremos. Para eso estamos aquí.

Es decir, tengo el mandato de cuidar amorosamente de la vida, la mía y la del que está a mi lado por lazos familiares, profesionales, de vecindad, de amistad. El único examen que libro, día a día, es el del amor. No importa sacar mala nota en todo, si en amor saco un 10,

Esa es la nota que interesa, la que muestra que somos personas cálidas, que cuidamos la vida. La que nos conecta con esa fuente de ternura que está en lo más profundo de nosotros mismos. Porque la calidez es nuestra esencia.

No hay comentarios:

El tablero de la vida

  En lo más cotidiano jugamos nuestra partida, nos alegramos y nos cansamos, planeamos y nos desanimamos, hacemos nuestras jugadas más brill...