Cómo
hacer hormiguear la vida dentro de mis venas, cómo empaparme de la belleza de
todo lo creado, cómo enterarme de que no soy esclava sino libre, cómo contagiar
esperanza a mi mundo.
El
pozo profundo que me acompaña a todas partes es una ventana al infinito
amoroso. Mi propia vida es la puerta, la única oportunidad que tengo de
contemplar esa maravilla y agradecer. Qué hacer para ser consciente del
privilegio de estar aquí.
Acompañada
de estrellas, de espacios grandiosos y milagros cotidianos, anclada en esta
tierra llena de contrastes y oscuridades, busco y anhelo la seguridad de una
luz que sé que habita en mí.
Mi ego
me juega malas pasadas, me hace ver cosas que no son y enfrentarme al mundo con
mi raquítica medida. Me quiere obligar a “construir sobre arena”. Me hace creer
que no puedo, que no he llegado, que es difícil. Pero ese juego de poder y no
poder también es la vida. Y yo acepto las reglas del juego. Porque amo la vida
y mi camino para estar despierta pasa por esas dificultades naturales. Todo me
hace falta.
Decía
Bodhidharma: “El lugar por donde se
camina, donde estoy tumbado, donde estoy sentado, donde estoy de pie… es el lugar del despertar. Levantar el pie o
agacharse es el lugar del despertar”.
Necesito
apoyarme en lo esencial, es decir “construir sobre roca”. Para ello recojo las
bendiciones que me llegan y camino con la confianza puesta en quien me ama y
vigila mis pasos y hasta mis cabellos.
Quiero
para mí la inocencia y la mirada asombrada de los niños, ese será mi punto de
partida y de llegada, para disfrutar de las pequeñas flores de paz que caen
como lluvia sobre mí en cada momento.
1 comentario:
Después del dormir y soñar, está li que más importa: despertar. A. Machado
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