lunes, 26 de junio de 2017

Pequeñas obligaciones

A lo largo del día tenemos pequeñas obligaciones, rutinarios deberes, desde levantarnos, atender el trabajo y ordenar la casa, hasta cuidar nuestro cuerpo y sanear nuestro interior.
Aparentemente son actos aislados e inconexos, pero mirado desde un ángulo superior, todo forma parte de un único proyecto humano-divino.
Esas pequeñeces en las que nos movemos son extraordinarias y únicas, porque cada momento es irrepetible. Son encuentros con nosotros mismos, donde nos formamos y aprendemos a querernos con el mismo amor que nos va a servir para amar a todos. Son aprendizajes necesarios, sin duda.
Tendemos a no dar importancia a esas “pequeñas obligaciones”, y de este modo nos perdemos horas y horas de nuestro día a día.
Dice F. Cabral: “Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida.” Nuestro tiempo siempre es aquí y ahora.
Ocurre que nos empeñamos en enderezar nuestro destino o que sucedan cosas que no tienen que suceder, ahí empleamos buena parte de nuestra energía. Pero, todo tiene su ritmo y su momento, y lo que debe ser llegará, sin que nosotros hagamos nada. Nuestros esfuerzos no sirven.
Nos conviene poner un foco de luz sobre todo lo que hacemos y para eso tenemos que echar mano de los pensamientos y actos de agradecimiento, para poder ver y resaltar la novedad que nos trae cada instante y que no nos pase desapercibido el misterio entrañable que nos habita y al mismo tiempo decide, paso a paso y con voluntad de amor, lo que va a pasar con nuestra vida.

El Padre, que sabe y ama, nos guía. Aprendamos a decir: gracias.

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