Entiendo muy bien a todos los humanos. Tan valientes y tan cobardes. Tan
ilusionados y tan decepcionados. Tan buenos y tan malos. Como yo, porque todas
las facetas de mis hermanos me definen también a mí.
Todos sin excepción vamos a vivir fracasos y victorias, batallas sin
límite. Pero, para todos, en cada momento, se abre una senda de paz que nos
llama a entrar.
Yo, en este aquí y ahora, quiero dar las gracias por esa puerta a la paz
que me indica suavemente que entre. No siempre lo consigo, pero la paz no se
rinde nunca y me vuelve a abrir sus puertas en el instante siguiente. No sé qué
sería de mí sin esta insistencia por su parte.
Demasiado ruido y demasiados movimientos hago para demostrarme a mí misma
que estoy viva. Me falta quietud y atención al momento presente, esa es la
mejor forma para serenarme y apreciar la inmensa belleza de la creación, que es
mi casa.
Todas las emociones están en mí y son cambiantes. Solo permanece aquel que
me reconstruye a cada paso, me abre benditas puertas y me da besos a
escondidas. Yo me agarro fuertemente a él y cierro mis ojos para saborear
anticipadamente mi victoria. Que es la victoria de todos. Porque ese Reino
anunciado ya está aquí, lo custodio yo a pesar de mi fragilidad y mis
limitaciones.
Con esta conexión íntima y profunda mi cuerpo-espíritu se convierte en lugar
de oración, plena y sentida, porque todas mis células sirven para almacenar el
amor infinito. Y en ese regazo inmenso dejo mis preocupaciones. Solo quiero
ocuparme en ser feliz.
“En el fondo de tu alma
coloca,
antes que nada,
como fuente de energía
y criterio de verdad,
todo aquello que te
llene de la paz de Dios.
Recuerda:
cuanto te deprima e
inquiete es falso.”
(Teilhard de Chardin).
Repito:
Solo quiero ocuparme en ser feliz
2 comentarios:
Dejar las preocupaciones en el lugar adecuado y buscar lo esencial
Dejar las preocupaciones en el lugar adecuado y buscar lo esencial
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