Se han hecho experimentos a nivel neuronal sobre la felicidad. Se
implantaban electrodos en el cerebro y se efectuaba una resonancia magnética de
larga duración. Matthieu Ricard, monje budista, es el que mayor puntuación ha
obtenido en esta prueba, logró el más alto nivel de actividad en la corteza
cerebral pre-frontal izquierda, lo que se asocia a las emociones positivas. Es
“la persona más feliz del mundo”, según la ciencia.
Él dice: “La felicidad es una
habilidad que necesita esfuerzo y práctica a lo largo del tiempo. Así
desarrollas cualidades como la paz interior, el mindfulness y el amor. No nos
convertimos en personas felices de la noche a la mañana, sino con constancia,
día a día y mediante la transformación interior.”
Cuántas personas en nuestro ambiente cercano nos contagian su alegría y
positividad. Ese familiar, ese compañero de trabajo, esa cajera del
supermercado, esa persona que nos encontramos “por casualidad”.
Cuántas veces nosotros mismos vamos dejando nuestra ofrenda de alegría allá
por donde pasamos.
La felicidad es un estado de satisfacción interior que se expresa en
alegría, es señal de plenitud y de meta alcanzada ya.
Es una gran ayuda encontrarnos con personas alegres, nos facilitan el camino,
y nos contagian su buen humor. Las caras serias separan. La alegría une y
armoniza.
En cualquier ambiente, ser recibidos con alegría lo es todo. Nos hace
sentir bien.
Pongámonos como meta desarrollar los músculos de la felicidad, empecemos
nuestro entrenamiento ya.
Ser feliz implica decisión y trabajo.
1 comentario:
Eso también se entrena. No es dado ni de carácter, don y tarea. Gracias
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