Todos tenemos dentro una fuerza sanadora, transformadora, creadora, capaz
de curar nuestras propias heridas emocionales, devolvernos el equilibrio, crear
momentos mágicos y espacios de libertad interior. Es como un sistema reparador,
un ingeniero, que está a nuestro servicio las 24 horas del día.
Este ingeniero siempre tiende a devolvernos la calma en medio de las
dificultades de la vida, porque trabaja para nosotros, nos conoce, nos ama… y
sabe qué tornillo tiene que apretarnos para que volvamos a funcionar cuando
perdemos fuerza y ganas.
La autoconfianza activa este sistema de engranaje curativo. Sin confianza
todo se complica.
También la atención sostenida a las cosas más sanas y sencillas de la vida
despierta el engranaje sanador, que nos pone a punto física y psíquicamente. Y
cuando nuestro motor está a punto, todo lo bueno puede suceder.
Se nota cuándo estamos viviendo en armonía con nosotros mismos, es decir,
cuándo estamos siendo lo que hemos venido a ser. Eso se llama ser auténtico.
Aquel que es auténtico, tiene una autoridad que nace del corazón y contagia
sin imponer. Además disfruta con lo que hace, le pone pasión e ilusión, se
siente escogido y único.
Es todo un camino de vuelta a casa, de ir a lo esencial y colaborar con el
mundo desde nuestra propia singularidad y riqueza interior.
En todo este proceso, somos guiados. Aunque a veces creamos que vamos por
nuestra cuenta y riesgo. No es así.
En este caminar cada uno pone el don recibido: palabras, color, sonrisas,
fuerza, entrega, besos, equilibrio, compasión.
Todos estamos para todos.
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