Necesitamos crear un lenguaje nuevo y personal para expresar la fe, la
entrega, la confianza. Un lenguaje en el que entre la expresión corporal, el
canto, la risa, el juego. Porque se trata de comunicar la alegría de estar aquí
y la pasión por la vida. Por eso, debemos crear gestos innovadores y atrevidos.
Igual que el lenguaje de dos enamorados está lleno de pequeñas tonterías
con las que comparten sus emociones, así debemos copiar para nuestros encuentros
con el Creador en la intimidad del corazón.
Todo estará permitido para expresar nuestro cariño: las palabras
exageradas, las declaraciones de amor, los piropos, la fiesta.
Nuestra vida cotidiana está demasiado razionalizada y cuadriculada. Sabemos
a cada hora lo que tenemos que hacer y cómo hacerlo: el trabajo, la casa, las
comidas, la vida social.
Pero cuando el amor nos desborda nos invade un punto de locura, en el que
ya no sabemos nada, solo que necesitamos expresar de mil maneras distintas que
amamos y nos sentimos amados. Nuestro cauce natural es expresarlo a través de
los sentidos: lo que tocamos, vemos, experimentamos.
Ver, oír, gustar, oler, tocar a Dios en la vida. En la presencia de quienes
nos rodean, en los acontecimientos tal como se desarrollan. En los pequeños
detalles de ternura que cada día nos llegan.
Nos pasa que nos hemos acomodado en la zona de confort: lo de siempre, lo
conocido. Y preferimos la repetición a la aventura.
Algo hay que hacer para abrir sendas de luz y alegría en nuestras
rutinarias vidas. Cualquier gesto nuevo, cualquier palabra preñada de amor, nos
ayudará.
2 comentarios:
La creatividad y novedad para crear nuevos lenguajes, sí señora.
Gran lección, como siempre. Gracias, hormiguita.
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