Si yo comunico calma a los demás estoy compartiendo mi mayor tesoro.
El yo más interior de cada uno es una auténtica joya de paz y dicha, un
regalo que recibimos y tenemos que cuidar. Suele ser frecuente que lo tengamos
tapado por conflictos y asuntos superficiales. Es faena nuestra de por vida
despertar los sentidos interiores y descifrar las señales que nos anuncian que
estamos llegando.
Para acceder a lo que nos hace vivir con intensidad y entusiasmo tenemos
que ensanchar el corazón: acoger y aceptar de buen grado todo y a todos, no
ensuciar nuestro mundo ni empequeñecer nuestras relaciones, todas son
experiencias de aprendizaje a nuestro servicio. Abrir espacios de ternura y de
compasión. De cercanía y de confianza. Ese es el camino.
Es agradable el viaje cuando anhelamos el destino. Pasaremos por baches y
pruebas hechas a nuestra medida, no mayores. Cruzaremos torrentes revueltos y
momentos de oscuridad, pero nuestro lugar íntimo es la sagrada paz y el gozo.
El fondo de nuestro océano siempre está en calma y plenitud. Ahí es donde
habitamos.
Normalmente vivimos en la superficie, fuera de nosotros mismos, de nuestro
centro. Necesitamos estar atentos y cultivar la quietud. Para ello la
relajación y la meditación nos pueden ayudar mucho. Centrarnos en los sentidos,
en las sensaciones y… respirar. Nada más. El método es sencillo, las
resistencias muchas.
Es en esa quietud donde encontramos nuestra verdad, la que nos hace
humanos, la que se mezcla con el misterio divino y nos deja asombrados,
agradecidos, sin palabras.
2 comentarios:
Gracias por cada uno de tus mensajes. Son indispensables.
El método es sencillo, a por él.
Te quiero mamá.
Es verdad, son muy nutrientes estos mensajes que tienen su punto de realismo para darse cuenta
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