El amor es la única verdad auténtica e incuestionable, es el que construye
y dinamiza, el que mueve el universo exterior e interior, el que nos da lo
necesario para vivir.
Es libre, no depende de nosotros para actuar. Es el fluir de la vida, nunca
el estancamiento.
Cuando el amor se despliega en el universo, mi corazón empieza a latir. Él
siempre vence, esa es mi única seguridad en esta tierra.
Al recibir el regalo del tiempo, también recibo mi dosis necesaria de ese
amor que brota en mí, corre por mis venas y es la fuerza que mantiene vivo mi
cuerpo y mi anhelo.
La luz que da amar hace la vida fecunda y plena. Ninguna otra cosa puede
llenarnos plenamente. Nuestra misma sed y la búsqueda de ese amor ya es un gran
regalo.
Con ese regalo en nuestro corazón, somos capaces de bendecir todos los
caminos que se nos abren, aunque tengan piedrecillas molestas o espinas
dolorosas. Quién ha dicho que vivir no lleve sufrimiento incorporado.
No imaginemos amor unido a situación idílica en la que todo se nos
soluciona. Los problemas seguirán estando ahí, somos nosotros los que
cambiamos, nos elevamos por encima de ellos y usamos nuestra libertad para ser
felices.
El Papa Francisco lo dice: “Se deja
todo para cuando mejoren las situaciones, cuando todo sea perfecto. Mire…no
existe el todo perfecto. Aquí es una oportunidad de aprendizaje. Por eso: ame
más, perdone más, abrace más, viva más intensamente y deje el resto en las
manos de Dios.”
Amar más, abrazar más, es el camino más humano. Yo lo elijo para mí.
1 comentario:
También lo quiero elegir
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