Se pierde la vida cuando nos hundimos en las preocupaciones, porque
entonces no la disfrutamos y nos alejamos de nuestra paz interior.
Dice Pablo d´Ors: “Nada destruye
tanto nuestra vida interior como las preocupaciones, en las que solemos
derrochar tantos pensamientos y energías. Nuestro nivel de preocupación es
exactamente proporcional a nuestro nivel de desconfianza en la vida.”
Se puede decir que pasamos la vida “en un ay”, por lo que pasó, lo que está
pasando y lo que pueda pasar. Para evitar esto, hay un truco que funciona
siempre, nos lo da Eckhart Tolle: “Cualquier
cosa que el momento presente contiene, acéptala como si la hubieras elegido”. No
falla, la aceptación total nos lleva a la alegría total, porque ya no hay nada
que queramos cambiar, nada que nos venga mal, todo está perfecto. Todo es
único.
Parece que no sea tan fácil esta solución, yo opino que no es tan difícil.
Sencillamente se trata de quitarte de en medio y dejar a la vida que actúe.
Acoger esa voluntad que se expresa en cada acontecimiento, esa palabra
pronunciada sobre nuestras vidas, y reírnos de nuestras ansias de poder, de
tener y saber más que nadie. Y también de nuestro desmesurado poder de decisión
y elección, como si estuviéramos solos en el mundo, como si no fuéramos todo
con todos, en el mismo paquete, en el mismo acto creador.
Nuestra misma radical ignorancia nos debe invitar a dejar las riendas y
dejarnos guiar por esa voluntad suprema. Porque no sabemos qué es lo mejor, qué
nos conviene y qué no. Desconocemos el porqué y el para qué último.
Estas son razones de peso para decir: “Haz
de mí lo que quieras”. Y para dedicarnos a hacer fiesta tan solo porque
estamos aquí.
Y lo que ocurrirá será todo bueno.
1 comentario:
Precioso mensaje, gracias
Publicar un comentario