No sé si será por la edad que voy cumpliendo o por actitud y convencimiento
que no me suelen afectar los rumores, lo que dicen de mí o dejan de decir, lo
que me hacen o no me hacen.
No soy susceptible a los chismes que circulan siempre de boca en boca. Ni
me hundo ni me ensalzo por lo que puedan decir de mí.
Por supuesto, me duele ver cómo la gente depende tanto del “qué dirán”, es
el “mira lo que me han hecho” tan frecuente. De mí, de cualquiera, pueden decir
lo que quieran pero no puedo hacer depender mi precioso equilibrio personal de
opiniones ajenas.
Necesito tener el interior bien amueblado, aireado, receptivo, acogedor,
agradecido, sensible. Y poner los medios, preparar mi terreno para que así sea.
Si quiero construir mi vida sobre la roca del amor no tengo que dejarme influir
por rumores y chismes, debo poner mi mirada en lo que no se pueda corromper, y
no estar a expensas de cualquier comentario.
Pretendo estar libre de malas intenciones y mediocres sentimientos. Mi
corazón aspira a lo más grande y lo más puro.
Todo esto es un proceso en el que hay pasos hacia delante y hacia atrás, en
el que no siempre se ve con claridad y hay que echar mano de todos los recursos
que la vida pone en el camino para poder continuar la marcha disfrutando de
todos los paisajes y todos los momentos.
Tengo clara la meta, que es la paz del corazón, y en el camino pongo a
prueba mi decisión y firmeza, siempre contando con la ayuda de Aquel que es mi
fuerza y mi todo.
1 comentario:
La tarea profetica es constructora de comunidad. Interesante reflexión. Mejor que no sea por la edad que eres joven sino por lo segundo que dices tan acertadamente
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