“Camina como si en cada
paso dieras un beso a la tierra.” (Thich Nhat Hanh).
Cada instante es una oportunidad que nace en este mismo momento. Es la
creación en el presente, que es donde se realiza.
Si contemplamos la magia del instante y lo abrazamos y lo acunamos con el
corazón o las entrañas, que lo mismo es, ese será el beso a la tierra que damos
en cada paso.
Es como dar un paso adelante y decir: Aquí estoy, cuenta conmigo para mimar
o cuidar la vida, la mía y las otras. Para no maltratarla sino posibilitarla.
En la vida todo surge y desaparece. No hay nada estable. Solo sabemos que
nada sabemos. Y dentro de este no saber hay un océano de calma en el que siempre
que nos sumergimos nos sentimos, bien. Esa calma habitada y acogedora es
nuestra auténtica casa.
Con silencios esporádicos o pautados, con momentos de gozosa soledad
entramos en nuestro interior a beber de la ternura derramada en nosotros, que
es nuestra verdadera fuerza, nuestra misma esencia.
Los momentos de reflexión son indispensables para ahondar en nosotros
mismos y para crecer hacia dentro. Son pequeños islotes de toma de conciencia
que nos sirven para no perder la orientación en medio de tantos ruidos que nos
invaden a diario.
Esa tierra que tenemos que besar somos nosotros mismos, nuestro ser es la
tierra más cercana y lo que sucede en nuestra intimidad, sucede fuera. No hay
separación entre dentro y fuera.
Cuidemos esos tesoros escondidos que están esperando un momento propicio,
un beso, para salir a la luz y poder manifestarse.
1 comentario:
Nos nutrimos también del.interior verdad?
Publicar un comentario