“Todos los seres
humanos tenemos el potencial de ser uno con Dios, hijos e hijas de Dios, como
Jesús. Todos podemos tener esa experiencia y vivir el Reino”. (J. M. Sahayananda).
Jesús vino para anunciarnos nuestra filiación divina, y para indicarnos
caminos de encuentro para tener esa experiencia única, esa revelación personal
que nos lleva a vivir el Reino, y a sabernos partícipes de la gracia amorosa
que todo lo impregna.
Ocurre que la Buena Noticia la dejamos aparcada hace dos mil años: sucedió, hubo una vez, se apareció, se
abrieron los cielos, curó. Como si esos hechos no se repitieran cada día, y
no estuvieran de rabiosa actualidad. Como si no tuviéramos cada uno el poder de
curación, de sanar, de ver lo extraordinario dentro de lo ordinario, y no se
abrieran los cielos para nosotros cada día.
Cada cosa que sucedió entonces tiene un mensaje para mí en el momento
presente y si no me late el corazón y se alteran todas mis células con esa
buena noticia es que estoy muerta en vida.
Yo también soy una con el Padre y esa es la noticia más liberadora, más
increíble y revolucionaria, que pone patas arriba mi pequeño mundo y me da una
dimensión de eternidad, aquí y ahora. Ya. Sin que tenga que cambiar mi manera
de ser.
La más extraordinaria unión humano-divina sucede ahora en mí, me dé cuenta
o no. Pero yo quiero darme cuenta, abrir bien mis ojos y oídos para no dejar
escapar la paz que me anuncia que ya estoy en casa.
Por eso busco tesoros escondidos entre las líneas, en los paisajes y en los
corazones amigos. Perlas de ternura a mí destinadas, que son mi alimento en
este viaje que he iniciado alumbrada por mis estrellas interiores. Eso es vivir
el Reino.
1 comentario:
El Evangelio ocurre aquí y ahora. Bravo
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